La festividad de ayer fue una
reducción al absurdo porque se trataba de un día festivo sin
nada que celebrar. El craso error del Gobierno de la ciudad,
por segundo año consecutivo, al fijar como festividad el Eid
El Adha o Pascua del Sacrificio ha llevado a esta jornada a
un sin sentido que deja su celebración inocua, vacía,
intrascendente y desaprovechada, porque no ha representado
nada para la Comunidad Musulmana y mucho menos para las
otras comunidades. Simplemente ha resultado un día de asueto
con enormes pérdidas para el comercio, desconcertante en su
conjunto por no responder a su propia esencia motivo de
celebración y por demostrar claramente, el desacierto de un
Gobierno que fijó con absoluto desatino una jornada festiva
que no correspondía. Se ha utilizado una fecha inútilmente
con el agravante que, la realmente acertada, que es la de
hoy, supondrá más pérdidas económicas porque el colectivo
musulmán cerrará sus comercios, se ausentarán de su
actividad laboral y gozarán de una jornada festiva aunque en
el calendario es laborable. Una jornada en la que le
felicitamos desde aquí.
La jornada de ayer fue penosa. De descanso pero innecesaria;
un derroche muy contrario a la política del Gobierno de la
Nación, que en un ejercicio de rentabilizar la productividad
de este país en crisis, redujo los días de asuntos propios
de los empleados públicos a la mínima expresión, trató de
trasladar a los lunes los festivos entre semana y ha evitado
los mayores “puentes” posibles para procurar que este país
sufriera pérdidas a la hora de computar el rendimiento
laboral. Y sin embargo, aquí, en Ceuta, vamos
contracorriente, haciendo las cosas tan mal, que nos
distinguimos por nuestra ineficacia a nivel de dirigentes
políticos, aunque alguno derive la cuestión, erróneamente, a
otros términos.
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