Me imagino que Juan José
Imbroda permanecerá aún en Madrid compartiendo con
Juan Vivas unos días de asueto tras haber asistido a la
celebración del Día de la Hispanidad. Aunque en esta ocasión
no verán jugar al Real Madrid. Mas ambos estarán sobrados de
tiempo y ganas para asistir al teatro e incluso ver la más
destacada película que se esté proyectando en estos
momentos. Y, por qué no, brindando con mojito en sitio
adecuado en que desparramar la mirada lasciva no se tenga
como algo impropio.
Me imagino la cara que habrá puesto el alcalde melillense,
una vez enterado por su Jefe de Gabinete de Prensa, a prima
mañana de este lunes 13 de octubre, que es cuando escribo,
de la información que publica ‘El País’ sobre la ya conocida
como La ‘Operación Ópera’. Que así se denomina a la
investigación de la juez María José Alcázar Ocaña,
acerca de un presunto escándalo de corrupción que se añade a
otros más. Y de la que nos informa, con pelos y señales,
como es costumbre en él, Ignacio Cembrero.
IC nos dice que el 12 de septiembre, acompañada por 35
guardias civiles, la juez Alcázar Ocaña se presentó en el
Ayuntamiento melillense para registrar durante horas la
consejería de Hacienda y Medio Ambiente y una empresa
pública (Emvismesa) donde sospecha, según expone en auto
judicial, que se pudieron cometer “delitos de falsedad
documental, exacción ilegal, prevaricación y tráfico de
influencias (…)”.
Y a partir de ahí, el periodista va detallando todo lo
concerniente a un asunto que huele a chamusquina y que fue
denunciado en su día por el secretario general de los
socialistas melillenses, Gregorio Escobar –trasunto
de lo hecho por José Antonio Carracao aquí-. Un
asunto donde aparecen fracturas fraccionadas; empresas que
facturan sin tener trabajadores a su cargo; empresa de viaje
que se ve favorecida por la cara… Situaciones todas que los
medios melillenses han preferido darle tan escasa cobertura
como mínima importancia. Lo de siempre.
Así que vuelvo a imaginarme, ya que la imaginación es la
loca de la casa y hay que darle participación controlada en
cuestiones de tal índole, la entrada de Imbroda en la sala
de estar del hotel madrileño, donde estén alojados, para
reunirse con Vivas y decidir lo que hacer durante el día de
vacaciones.
Y Vivas, tan observador y tan dado a preguntar, como quien
no quiere la cosa, habiendo ya leído la noticia en ‘El
País’, no tiene el menor reparo en decirle a su homónimo
melillense que si ha dormido mal. Pues se le nota en la cara
las huellas de haber pasado una noche toledana. Y espera
respuesta.
Imbroda, que llega con la bilis alterada, alega que ha sido
víctima de una jaqueca nocturna, y se lo achaca a los
mojitos ingeridos la noche anterior. Pero que, en cuanto se
desayune, se tomará un analgésico. Lo mejor que hay para
erradicar las molestias que aún perduran.
No obstante, nuestro alcalde no se va por vencido. Y
pregunta, otra vez, con disimulo, fingiendo indiferencia
ante lo que realmente desea: “Juan José, ¿has leído ‘El
País’?”. E Imbroda, alcalde de Melilla, está a punto de
mandar a nuestro alcalde a donde el viento da la vuelta. Que
es sitio que está muy lejos. Más lejos aún que los Chirlos
mirlos. Pero decide morderse la lengua. Aunque, tras una
pausa, va y le contesta: “Mira, JV, no todos tenemos la
suerte de tener bula en el Diario El País”. Pudo ser así la
conversación.
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