Parturient montes, nascetur
ridiculus mus”, escribía el romano Horacio haciéndose eco de
la clásica fábula de Esopo, bien conocida por cierto con
ligeras variantes en la cultura islámica. Porque el
remodelado gobierno del leal islamista de Su Majestad,
Abdelilah Benkirán, ha sido acompañado en esta larga crisis
política de mucho ruido y pocas nueces. Y en cuanto al
resultado dado a conocer el pasado jueves 10, parafraseando
al sabio refranero español entiendo que para este viaje no
hacían falta alforjas. Si desde antes del verano el fenecido
gobierno se manejaba con un claro aire de provisionalidad,
el que durante este tiempo y con impulso soberano pisó el
acelerador a todo gas y sin complejo ni sonrojo alguno fue
el gobierno paralelo del Neomajzén, permítanme el
neologismo. Y si Esopo aludía en su fábula a “señales
asombrosas”, Benkirán ya advirtió que “Habría sorpresas”
que, como señalan varias fuentes del Partido de la Justicia
y El Desarrollo consultadas por este escribano del limes que
por el momento prefieren guardar silencio, “sorpresas si ha
habido, pero no como pensábamos. La verdad es que en el PJD
estamos confusos y frustrados, Benkirán tenía sin duda luz
verde de las altas instancias del partido, pero ha
maniobrado en la sombra y se ha pasado, se ha pasado”. Y eso
que algunos diputados islamistas, como Abdelaziz Aftati, ya
habían puesto el grito en el cielo amenazando con liderar
una corriente interna, muy crítica, “si la dirección
nacional del partido sigue haciéndolo mal y se llega a
permitir que el RNI entre el gobierno”, como así ha sido.
Desde luego, el malestar interno del PJD con el gobierno
Benkirán viene de lejos y ahora, con la remodelación
gubernamental, acaba de eclosionar abiertamente. Y no solo
puertas adentro, también la oposición se muestra cada vez
más virulenta en la calle: el propio coche oficial del jefe
de Gobierno fue recientemente zarandeado con virulencia por
los diplomados en paro y más de quince mil manifestantes que
el domingo 6 recorrieron las calles de Rabat, gritaron con
acritud contra Benkirán en la línea de las concentraciones
del Movimiento del 20-F: ¡”contratado”, “embaucador”, vete!;
un “¡Vete” ampliable al ministro de Comunicación y portavoz
del Gobierno, Mustafa El Jalfi, quien fue también hace días
invitado a partir por los estudiantes de la Facultad de
Letras y Ciencias Humanas de Agadir. Por lo demás y en la
revisión de las elecciones parciales llevadas a cabo el 3 de
octubre en Mulay Yaâcob (cerca de Fez), el escrutinio arrojó
7654 votos a favor del istiqlalí Lahcen Chehbi en contra de
los 5250 alcanzador por el candidato del PJD. ¿Casualidad,
pucherazo o cambio de ciclo…? Advirtamos que las anteriores
elecciones fueron anuladas por el Consejo Constitucional
después de que una delegación de Hamás, los Hermanos
Musulmanes palestinos, apoyaran el pasado 28 de febrero la
campaña electoral del PJD.
Sobre la marcha las observaciones no son difíciles: de
entrada como digo, al Partido de la Justicia y el Desarrollo
(PJD) no es que le hayan dado precisamente la suerte de
varas, pero llega al ruedo (gobierno Benkirán II)
banderilleado por los cuatro costados, manteniendo sus
carteras (para ello hubo que aumentar el número de ministros
hasta 39, ¡ocho más!) pero de un nivel político
sensiblemente inferior: los islamistas parlamentarios
pierden la de Economía y Finanzas así como la muy mediática
y cotizada de Relaciones Exteriores, que asume el RNI,
catapultando a su líder Salahedin Mezuar a la diplomacia
mientras se intenta mandar a su anterior titular, El Othmani,
al ostracismo, sacándolo del gobierno con la callada
complacencia del jefe de Gobierno y compañero en el partido
mientras, por otro lado, se intenta frenar las críticas in
crescendo en las filas del PJD manteniendo en Justicia al
duro Mustafa Ramid, uno de los líderes de la corriente
mayoritaria y dominante en el partido, el Movimiento de
Unicidad y Reforma (MUR) y ampliando algunas caras. Insisto
en que en la filas del PJD la confusión y frustración son la
nota dominante del estado de ánimo de sus militantes que, en
líneas generales, consideran que se han bajado demasiado los
pantalones. Si importante es el aumento de la cuota femenina
(pasando de una a seis, dos de ellas del PJD), el reparto
del sabroso pastel gubernamental ha dado lugar a un
ejecutivo numeroso y dividido, en el que va a ser difícil
mantener la coordinación y unidad de criterio necesarios
para gobernar. Y en cuanto al PJD y sus gentes, no nos
engañemos: el destino final que les reserva el Soberano
marroquí y Emir de los Creyentes, más Rey por cierto que
nunca, no es otro que el sufrido en su momento por la Unión
Socialista de Fuerzas Populares (USFP) a manos de su padre,
el sátrapa Hassan II: “mouchoirs” (pañuelos) del Reino, usar
y tirar. Aquí paz y luego gloria: Allah, Al Watan, Al Malik
(Dios, Patria, Rey). Sobre todo “Malik”, mucho. Mucho “Malik”.
Por lo demás y en el desenlace de esta crisis (el gobierno
del bisoño Benkirán I apenas alcanzó el año y medio de vida
política), ha habido un claro perdedor y dos ganadores: si
por un lado el PJD se muestra claramente debilitado y
dividido, la Monarquía sigue en su estela dominante saliendo
también claramente reforzado el defenestrado ex ministro de
Exteriores y presidente del Consejo Nacional del PJD, Saâd-Eddine
El Othmani, quien pese a las zancadillas y desplantes
recibidos en su tarea (el hombre no ha parado de viajar) ha
demostrado ser un político íntegro y de raza que no se deja
avasallar, replegándose por el momento con el prestigio
intacto a su despacho profesional de psiquiatra en el centro
de Rabat y dispuesto a centrarse, si le dejan, en tareas
internas del partido, a quien buena falta le hace en estos
momentos un liderazgo firme y consecuente. El Othmani es,
como ya escribí en otras ocasiones, un político de largo
alcance y con valor en alza (el aparentemente exitoso
Benkirán está ya amortizado), sin duda la mejor alternativa
del PJD a medio plazo y de quien, pese a su forzada salida
del gobierno, bien se puede advertir a sus enemigos aquello
de Don Juan Tenorio: “Los muertos que vos matáis gozan de
buena salud”. Tome nota el Neomajzén. Digo.
Y de aquí en adelante mientras dure esta incierta
legislatura, un modesto consejo político para el PJD: lo que
no puede seguir haciendo el Partido de la Lámpara es, valga
el símil, tocar las campanas y estar en la procesión. O
figura que gobierna, más o menos, o dimite en bloque y
vuelve al papel de la oposición. Pero simultanear las dos
cosas a la vez, pues va a ser que no. También el Partido de
la Justicia y el Desarrollo se enfrenta a su peculiar paso
del Rubicón, es decir demostrar que tiene, dentro
naturalmente de los cauces establecidos, vida política
propia y no es como la inmensa mayoría de las formaciones
del arco político marroquí (a excepción por ejemplo del
Partido Socialista Unificado, PSU, liderado por Namila
Mounib) un “partido florero” más, a mayor gloria del
Neomajzén. Finalmente y en definitiva los islamistas
parlamentarios marroquíes deben dejar ya de hacer si quieren
credibilidad, pienso yo, el teatral papelón de la gata
Flora, ya saben, que cuando se la meten grita y cuando se la
sacan llora. Una opinión. Visto.
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