Los partidos políticos son
máquinas de hacer dinero. Sobre todo los que son capaces de
ganar elecciones. Socialistas y populares han venido
financiándose con métodos más que conocidos a fin de
recaudar fondos que les permitan hacer frente a sus gastos
como organizaciones.
Financiar las campañas electorales cuesta lo indecible. Y no
es posible hacerlo con las cuotas de los afiliados u otros
aportes voluntarios de simpatizantes o de ricos entregados a
la causa. Hay un dicho inglés que reza así: Tú no puedes
tener democracia sin dinero. Sin muchísimo dinero”. La
democracia es cara. Muy cara.
Los dirigentes de los partidos saben que en las elecciones
actuales el número de votos que obtienen es proporcional,
casi siempre, a la inversión en publicidad que se haya
llevado a cabo. Y no tienen la menor duda en decir entre
bastidores, yo los he oído, que para ganar hay que gastar y
que para ello hay que obtener dinero, de donde sea, y cuanto
más mejor.
Cuando el dinero afluye a los partidos en grandes
cantidades, procedentes de empresarios que arriesgan su
pasta para obtener concesiones en obras o en lo que sea, que
ya de por sí es una práctica de financiación ilegal, sucede
también que parte de esos dineros se lo quedan algunos
políticos. Corrupción que ha acabado con la vida política de
personajes importantes.
Todos los partidos políticos se financian ilegalmente. Leo
en sitio adecuado que “hace falta esgrimir una gran dosis de
hipocresía para creer o hacer creer que los fondos previstos
en la Ley eran suficientes para alimentar la compleja
máquina burocrática y la variedad de estructuras y
actividades que desarrollan los partidos políticos”. Tal fue
el testimonio de un hombre que se encontraba exiliado y a
punto de morir. Sin duda decía la verdad.
Se me viene a la memoria, sin olvidar a otros presidentes de
Gobierno que se vieron involucrados en corruptas
financiaciones, el patinazo de Tony Blair, serio
problema producido, precisamente, con este tema. Debido a
que los laboristas aceptaron una donación de un millón de
libras del conocido magnate del automovilismo, Bernie
Ecclestone y, una vez en el poder, accedieron a la
pretensión de éste, de que la Fórmula 1 quedase exonerada de
publicidad de tabaco, lo que le permitía, obviamente,
aumentar los ingresos de publicidad de los circuitos.
Tony Blair, eso sí, tomó la más rápida y mejor de las
decisiones en casos así: se disculpó ante la población por
el error cometido y tuvo que devolver la donación.
En España la corrupción siempre ha acompañado a la
financiación ilegal y ha estado presente en todos los
partidos, aunque éstos han hecho todo lo habido y por haber
por salvar a sus líderes. Lo cual viene ocurriendo en el
‘caso Bárcenas’. Donde Rajoy ha dado pruebas
evidentes de estar tocado de un ala. El ‘caso Bárcenas va
remitiendo. Se ha ido tapando con el conflicto gibraltareño
mientras que no principiaba la Liga BBVA. Amén de otros
recursos activados para calmar a la plebe.
Yolanda Bel está pasando las de Caín con el ‘caso
Kibesan’. Vive angustiada por hallarse envuelta en un lío
que no esperaba. Lío que tiende a disminuir con el paso de
los días mientras que la Fiscalía no se pronuncie. Ahora
bien, lo único que les faltaba a mi estimada Secretaria
General del Partido Popular, YB y a su presidente
Juan Vivas sería verse salpicados por un caso de
financiación ilegal. Y a mí me da mucha pena que ello pueda
producirse.
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