La indignación y contrariedad de
los empresarios por el fallo de la Administración a la hora
de fijar en el calendario la Fiesta del Borrego está más que
justificada por el componente económico negativo que genera.
El error de cálculo al situar la festividad de la Pascua
Musulmana en el día 15 cuando en realidad corresponde al 16,
obliga a los empresarios a conceder dos días de fiesta a sus
empleados, con el consiguiente perjuicio económico. Una
circunstancia adversa que es de gran calado en una coyuntura
económica que ha supuesto no pocos descalabros. Y no se
puede saldar con desdén, como ha hecho el presidente de la
Ciudad, indicando que “ a ver si el próximo año acertamos”,
cuando ya han cometido en dos años sucesivos el mismo error.
Desde las instancias acreditadas de la Comunidad Musulmana
se deberían fijar y unificar criterios en este sentido, con
la mayor legitimidad posible, en evitación de imprecisiones
que conllevan grandes perjuicios económicos, en unos
momentos en los que el propio Gobierno de la nación redujo
al máximo los días de asuntos propios de los funcionarios,
los clásicos “moscosos”, e incluso se habló de suprimir
fiestas del calendario laboral para aumentar la
productividad. Por ello, no cabe en este sentido la versión
de Karim Boulaix, presidente de la Cámara de Comercio, de
aprovechar el miércoles para captar clientela de Marruecos,
ya que se habla de perjuicios a nivel de otorgar descanso a
los empleados y a la propia economía local, en la que muchos
comercios regentados por musulmanes, cerrarán dos días. Este
desatino supone en su traducción económica un varapalo al
comercio local. Así se entienden las protestas de los
empresarios, de la Confederación de Empresarios y de los que
tienen algo que perder por este error festivo.
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