LUNES 30.
Llamo al 2001 y espero pacientemente a que me pongan con un
operador de Telefónica para que, si a bien lo tiene, me
explique los motivos por los que me resulta imposible
conectarme a Internet. Ni que decir tiene que la espera es
larga. Así que no me queda más que armarme de paciencia. Y
hago lo de siempre, en tales situaciones, mostrarme lo más
equilibrado posible. Y, claro, nada hay mejor, al menos para
mí, que seguir el consejo de Montesquieu: “No habiendo
tenido nunca un disgusto que una hora de lectura no me haya
quitado”. Tres fueron las horas que me pasé leyendo. Pese a
que ello le sienta como un tiro a mis pobres ojos arrasados.
Pero lo que se hace con gusto… De entre lo leído, tomé nota
del siguiente párrafo correspondiente a Moby Dick. Película
de Huston y de la que Anaïs Nin dice lo siguiente en su
diario VI (1955-1966). “Huston comprendió a Moby Dick y supo
extraer su significado más profundo. Es una película
excepcional. La obsesión del capitán no era una obsesión
profesional motivada por la necesidad de ganarse la vida con
la cabeza de la ballena. No era eso lo que le preocupaba, ni
el bienestar o la seguridad de su tripulación, ni sus
obligaciones, sino las neuróticas cuentas que había que
ajustar con Moby Dick, que le había derrotado y mutilado.
Todo neurótico sacrifica a otros seres humanos y se
sacrifica a sí mismo obligándose a sufrir grandes
vindicaciones y venganzas por el pasado. Axioma. Y además me
sería fácil poner ejemplo. Pero sería una maldad que no va
conmigo.
Martes. 1
Llevo dos días sin escribir. Debido a que necesito tomarme
un respiro. Y no pocos de mis lectores se han apresurado a
preguntarme qué me pasa. Sobre todo hoy que he echado a
andar por el centro de la ciudad dando barzones. Mentiría si
dijera que semejante interés por lo que escribo no me causa
satisfacción. Mentiría a sabiendas de que los que escribimos
en periódicos lo hacemos para que nos lean muchísimo. Ya que
todo escribidor sin lectores acaba por perder el entusiasmo.
Y sin éste, créanme, es mucho más difícil acometer un
ejercicio tan apasionante como igual de exigente. Máxime en
los tiempos que corren. En los que los editores de los
periódicos están al tanto de qué pluma concita más o menos
interés. Pues bien, debido a lo dicho me ha sido posible
acordarme, una vez más, de Pepe García Cosío; Cronista
Oficial de la Ciudad y con quien acabé manteniendo cierta
amistad; algo impensable cuando nos presentaron recién
llegado yo a Ceuta. Pepe, cada dos por tres, solía dirigirse
a mí en los siguientes términos: “Manolo, ¿cómo es posible
que a mí me lean cuatro y a ti, veinticuatro; siendo yo,
además, un veterano colaborador en los periódicos y tú un
novato del asunto? Y mi respuesta no se hacía esperar:
“Mira, Pepe, hoy ya no es posible leer como antaño,
arrellanados en un cómodo butacón, junto a la chimenea
crepitante, con la pipa en la boca, una copa de Oporto o de
Jerez sobre la mesita, con un libro entre las manos o los
periódicos correspondientes. Hoy en día se lee donde se
puede, cuando se puede, como se puede. En el tren, en el
avión, en el autobús… En los descansos de los partidos de
fútbol y del cine o en la cama, mientras llegan los efectos
del tranquilizante. Y además no olvides que existe la
televisión. Repleta de imágenes. Por lo tanto, actualmente
hay que escribir con eficacia, corrección y, sobre todo no
aburriendo a los lectores con discursos grandilocuentes”. Y
Pepe, tras mirarme como él miraba, y después de morderse los
labios, algo raro en él, contestaba: “Tengamos la fiesta en
paz”. ¡Niño, sonaba su vozarrón, pon unos finos!”. Y yo me
lo pasaba en grande alternando con él.
Miércoles. 2
Como estaba previsto, el Copenhague fue el equipo ideal para
que el Madrid aliviara sus penas y el juego desarrollado
frente al Atlético de Madrid. Y para que se diera un festín
de goles. Por más que su fútbol sigue generando muchas
dudas. Lo que no entraba en los cálculos de nadie es que el
segundo partido de la UEFA Champions League, ante un rival
menor, sirviera como la escenificación del canto del cisne
por parte de Iker Casillas. Tres fueron las cantadas que han
pasado ya a la historia como fiel demostración de lo malo
que es en los balones por alto el muchacho que abandonó la
portería en Turquía, frente al Galatasaray. Las cantadas,
televisadas para el mundo entero, fueron para que, si
tuviera un mínimo de dignidad, el portero hubiera anunciado
ya su retirada. Cada córner contra Casillas hace que
millones de madridistas nos encomendemos a todos los santos
habidos y por haber. Pues nos invade el canguelo y nos
quedamos sin respiración. En el primero me quedé atónito,
sin poder reaccionar, viéndole caer dentro de la portería
como si fuera un muñeco de trapo. En el segundo lanzamiento,
gracias a Modric y al árbitro, que hizo la vista gorda ante
el penalti cometido por el croata, salió ileso del trance. Y
en el tercero anduvo cogiendo moscas y acabó metiendo una
mano salvadora para que sus fieles volvieran a insistir en
las bondades de un tipo al que se le ha pasado el arroz como
profesional de la cosa. En estos momentos, Diego López, por
más que a Relaño, director del Diario As, le cueste una
enfermedad reconocerlo, es mejor en los balones por alto;
hace posible que los defensas puedan jugar con él y
adelantar líneas; y su juego con los pies es inmejorable.
Casillas, de no ocurrir un milagro, puede buscarle al Madrid
una ruina cuando la UEFA Champions League vaya subiendo de
tono. Lo dicho: hoy hemos asistido al canto del cisne. En
tres sesiones. Por parte de Casillas.
Jueves. 3
No me cansaré de repetir algo que hace mucho tiempo le oí
decir a no sé quién –mi memoria va perdiendo lozanía-: “El
arte de la política exige siempre, de un modo u otro, la
necesidad de matar. En la modernidad democrática esa
liquidación del adversario revestido de civilizado ropaje
del ostracismo, la expresión o condena. Un político no
alcanza autoridad hasta que no ejercita su autoridad
destructora. Necesita inspirar respeto, o al menos miedo, si
es posible”. Nuestro alcalde vivió ese momento estelar
cuando Pedro Gordillo decidió dimitir de todos sus cargos,
apremiado por unas circunstancias que le hicieron perder el
oremus. A partir de ese momento, es decir, en cuanto se supo
que el todopoderoso político del PP había salido corriendo
porque le habían hecho creer que estaba perdido en todos los
aspectos, la gente dijo: el alcalde ya no tiene quien le
tosa ni en el gobierno ni en el partido. Incluso los voceros
de la causa no se cortaron lo más mínimo en proclamar a los
cuatro vientos: “Lo que le ha ocurrido a Gordillo es prueba
palpable de que en la ciudad manda quien manda. Y servirá
como ejemplo”. Mas los voceros no cayeron en la cuenta,
quizá por torpeza ilimitada, de que quien a hierro mata…
Resumiendo: desde entonces, desde que Gordillo se vio
sometido a sambenito, terrible situación, nuestro alcalde no
ha dejado de deslizarse por la ladera que conduce a la sima.
La vida es así. Y conviene recordarlo.
Viernes. 4
Aunque lo cuento en la columna que saldrá mañana, es decir
en El Oasis, aunque por encima, quiero decir que hoy he
pasado casi dos horas charlando con Manolo Vega. Comenzamos
a esa hora vaga de mediodía, con los aperitivos de rigor por
delante, y nos dio tiempo para hablar de tenis, de fútbol,
de política y… de los años en los que rara era la noche en
la que no coincidíamos bebiendo el último sorbo de jotabé.
MV es un magnífico contertulio. Dialogar con él merece la
pena. Aunque es conveniente no creerse que todo el monte es
orégano. Pues en cuanto uno se relaja lo más mínimo y dice
cualquier tontería, Manolo sale con la rebaja y cuesta lo
indecible volverlo al redil de la normalidad. Amable,
educado, buen oyente, y espléndido siempre -nunca ha dejado
de meterse la mano en el bolsillo con la misma rapidez con
que se empleaban los pistoleros en el Far West-, sigue
teniendo sus ideas tan claras como para no aceptar aquellas
que no sean argumentadas con más razones que las suyas. En
fin, que fue un placer pegar la hebra con Manolo Vega. Y
quiero dejar constancia de ello
Sábado. 5
Barzonear es un verbo que en mi niñez yo oía a cada paso. Y
qué decir de la expresión dar barzones. Que significa pasear
sin rumbo determinado, de un lado a otro. He aquí un
ejemplo: “Como no tiene novio, los domingos sale sola y va
por ahí dando barzones”. A dar paseos ‘ociosos’ se le llama
barzonear. De mi adolescencia en Córdoba, cuando los perros
aún eran tratados sin misericordia, solía decirse, como
quien no quiere la cosa: “A ese perro tan barzonero hay que
castrarlo”. Barzonero es tenido en el lenguaje andaluz como
adjetivo cuyo significado es haragán, virote, que anda por
ahí a la que salta… Dado que yo suelo usar a veces palabras
caídas en desuso, hay lectores que me preguntan al respecto.
Y metidos ya en faena, no tengo el menor inconveniente en
dejarme caer con algunas frases hechas que me vendrían muy
bien para describir la situación de algunas personas.
Verbigracia: “Piojo resucitao”. Ser un piojo resucitao
significa ser un nuevo rico, o un individuo que por
casualidad o por influencias políticas ocupa un cargo para
el que no está preparado, y en el que hace el ridículo por
su actitud pretenciosa. Mi interlocutor de hoy, listo él,
quiere que mencione el nombre de alguien de la localidad con
semejante bagaje. Y mi respuesta no se hace esperar:
“Chitón, que le suenan las choquezuelas”.
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