Creo, que no es acertado ni
bienhechor para la humanidad, que los millones de
desamparados que malviven sedientos y hambrientos, prosigan
soportando con total resignación y sumisión, las atrocidades
realizadas por los incívicos mezquinos que manejan las
estructuras sistemáticas del planeta.
Siendo este contexto polifonías tan dispares, entre los que
poseen todo lo habido y por haber con toda clase de
comodidades, ayudas y apoyos; y los que agonizan o fenecen
en la más cruel de las desesperanzas, por culpa de las
ignominias infamitas, llevadas a cabo por los atroces
procedimientos, que hacen tiranamente girar musical,
política o económicamente los ejes del signo, creencia,
dogma o doctrina que fuere.
Por ello, esta situación tan desigual y desproporcionada,
del hombre sobre el hombre en las órbitas de los mundos,
provoca que sea totalmente imposible, para un sensible
compositor de música, de la política o de la economía, crear
una pieza sin contrapuntos para la humanidad; al no
facilitarle los diferentes sistemas, los condimentos en
formas de notas, sostenidos, bemoles o claves adecuadas;
para que sus conocimientos provoquen que, desde los
instrumentos de percusión, metal, caña o cuerda de las
grandes ‘orquestas o sinfonías’ universales que dirijan,
fluyan al unísono las totalidades o leyes proporcionales,
sin que puedan facilitar discordancias entre los elementos
del pasaje...
Para ello, se necesitan eternidades, hasta encontrarse el
ocaso del pueblo llano y el alba de los poderosos. Siendo
los pentagramas, de estos últimos, luminiscentes. Pero, sin
embargo, tenebrosos y lúgubres los de los pobres e
infortunados, al no tener opción alguna para divisar un rayo
de luz al final del túnel. Y salvo excepciones que rompen
las reglas, lamentablemente, existen diferencias impositivas
tan abismales. Hasta el punto, por ejemplo, que la música
afín al poder puede ser la de los grandes teatros. Sin
embargo, al pueblo sometido le encaja en sus desolaciones,
los quejidos flamencos del cantaor José Domínguez “El
Cabrero”...
Llegado hasta aquí de esta tribuna, debo soltar amarras,
porque unos pensamientos negativos me circundan, al
acordarme de Santa Bárbara cuando truena. Siendo ese tronar
por segundos menos transigente por mí, al provocar que
broten de mis adentros, los cristales rotos que me hicieron
tragar hasta el último fragmento, cuando caminaba desnudo y
descalzo, en la inocente adolescencia, por esos pueblos
abarrotados de soplagaitas, necios y flautistas.
Consecuentemente, como según aprendí en mi niñez en el
conservatorio Manuel de Falla de Cádiz que, música es el
“arte de componer los sonidos y estos con los tiempos”. Y
como la música “amansa a las fieras”; no puedo por menos,
una vez más, que acudir a los regazos del romanticismo
musical del compositor italiano Giuseppe Verdi, que fue uno
de los grandes maestros de maestros de todos los tiempos;
alumbrado en aquella bendita tierra para sí y para la
humanidad. Siendo la pócima musical que necesito, para que
se templen las pulsaciones de mis pensares.
Y de él (Verdi) escucho por enésima vez ‘Va, pensiero’, que
es el coro del tercer acto de la ópera Nabucco, en la
versión de unos cuatro minutos de duración, realizada por la
cantante griega Nana Mouskouri; cuya letra, muy distinta a
la de Tesmitocle Solera, dice: “Cuando cantas, yo canto con
tu libertad. Cuando lloras también lloró tu pena. Cuando
tiemblas, yo rezo por tu libertad. En la dicha o el llanto
yo te amo. Recordar días sin luz de tu miseria. Mi país
olvidó por un tiempo quién eras. Cuando cantas yo canto con
tu libertad. Cuando tú estás ausente yo espero. ¿Eres tú
religión o quizás realidad? Una idea revolucionaria. Creo yo
que eres tú la única verdad. La nobleza de nuestra
humanidad. Por salvarte se puede luchar. Esperarte sin
desfallecer. Cuando cantas yo canto con tu libertad. En la
dicha o el llanto yo te amo. La canción de esperanza, es tu
nombre y tu voz. Y la historia nos lleva hacia tu eternidad.
Libertad. Libertad”.
Como es posible, estimado lector, que lo anterior último, no
le haya llegado del todo a calar sus sensibilidades. Aunque,
sin embargo, en mí ha fortaleciendo, aún más, la lucha
literaria… que llevo en solitario a través de la roja tinta
de mi estilográfica. Queda usted invitado, a que busque esa
versión en Internet y la escuche totalmente alejado del
mundanal ruido; porque, no tengo la menor duda, que esa
maravillosa voz y composición musical, preñará las amapolas
románticas de sus rocíos, al ser todo un himno en busca de
la libertad. Libertad, que muchos perdieron o entregaron por
una u otra causa, a favor de quien no le correspondía; ya
que, al nacer libres, debemos vivir y morir libres de
ataduras y de cadenas.
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