Nuestro alcalde no está pasando
por su mejor momento. Aunque que sus palmeros se empeñen en
decir a través de las ondas que lo ven rebosante de
entusiasmo y dispuesto a comerse el mundo. Nuestro alcalde
está viviendo el peor momento de su carrera política. A
nuestro alcalde se le nota en las mejillas, que las tiene
descolgadas, que es consciente de que su declive se está
produciendo con más celeridad de la que esperaban sus
partidarios acérrimos.
El problema de nuestra primera autoridad no es achacable a
los muchos años que lleva ostentando el cargo. Puesto que
doce años dirigiendo los destinos de esta ciudad no son nada
cuando ha venido compitiendo con adversarios desprovistos de
medios suficientes para ponerle al borde de la ladera
conducente a la sima del desencanto.
Juan Vivas se ha dormido en los laureles. Y, sobre
todo, ha cometido un disparate uniéndose a quienes no debía
para combatir a enemigos inexistentes. Molinos de viento.
Dando la impresión de querer ser más temido que respetado.
Craso error el suyo.
Su error más grande fue, en su momento, echarse en brazos de
Juan Luis Aróstegui. Someterse confiadamente y sin
reservas a su arbitrio. Al arbitrio de quien manda en la
coalición Caballas. Semejante desatino de nuestro alcalde,
una insensatez que no venía a cuento, tuvo en este espacio
su respuesta. Pero nuestra primera autoridad se hizo el
sueco.
¿A son de qué Vivas necesitaba aliarse con alguien que,
además de estar muy mal visto como político en esta tierra,
es capaz de gritar a voz en cuello que entre los populares
abundan los fachas? Y si no que le pregunten a Francisco
Márquez qué piensa acerca de que su compañero de
partido, y alcalde de esta ciudad, se lleve a partir un
piñón con Aróstegui: nacido y criado entre requetés.
La alianza de nuestro alcalde con un carlista embozado, que
es peor que serlo a cara descubierta, ha sido un fiasco
absoluto. Un yerro mayúsculo. Un fracaso estrepitoso. Una
metedura de pata que ha empezado a causarle daño al gobierno
y al Partido Popular de Ceuta. Como no podía ser de otra
manera. Máxime cuando es de dominio público, desde hace la
tira de tiempo, que nuestro alcalde y el requeté se reúnen
un día a la semana para decidir lo que conviene hacer. Algo
que ha causado malestar indefinido en la ciudad y, desde
luego, en la derecha.
Así, mucho ha tardado que se nos diga, por medio de un
barómetro de opinión pública para la ciudad de Ceuta, que el
PP está al borde de perder su mayoría. Que ganan enteros los
socialistas, UPyD y hasta los Verdes tienen posibilidades de
obtener un escaño. Incluso nos indica la encuesta el posible
hundimiento de Caballas.
El hundimiento de Caballas, si se produjera, no dejaría de
ser un castigo que se ha ganado a pulso Mohamed Alí.
Quien, teniéndolo todo, no dudó en ponerse a disposición de
un sindicalista que necesitaba a toda costa un acta de
concejal para convertirse en socio de nuestro alcalde. Y no
crean que esa sociedad se hizo en su día con fines
altruista. No. Se hizo a fin de gobernar Ceuta por medio de
un tándem dispuesto a hacer de su capa un sayo.
El compuesto por dos personas que están convencidas de que
son las más listas del lugar. Las que más saben. Las más
inteligentes. Dos tipos que llevan años y años fingiendo
enemistad a los cuatro vientos. Y que en la intimidad se
dicen cosas agradables y acuerdan pactos que a ambos les
interesa. Ay, si uno pudiera…
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