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OPINIÓN - SÁBADO, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2013

 
OPINIÓN

Ante la violencia de género, tolerancia cero

Por Unión General de Trabajadores Ceuta


De las 35 mujeres víctimas de violencia de género en nuestro país en lo que va de año solo 6 (el 17%) habían denunciado a sus agresores. El resto, 29 mujeres no habían interpuesto denuncia. Pese al avance en la concienciación que nuestra sociedad ha experimentado en relación a la violencia contra la mujer, a fecha de hoy todavía sigue siendo un problema oculto e invisibilizado. Estas 29 mujeres nunca denunciaron a sus verdugos, pero tampoco lo hizo su entorno, su familia, sus amigos, sus vecinos u otras personas que seguramente tuvieron conocimientos de los hechos y que tampoco dieron el paso.

La denuncia en los casos de malos tratos permite a la mujer acogerse a un sistema judicial y policial que las brinda protección y seguridad hacia su persona. La denuncia permite a la mujer poner fin a un ciclo de violencia que se perpetúa en los años y que no cesa, y la denuncia facilita a la mujer la salvaguarda del derecho fundamental básico, la vida.

Precisamente uno de los aspectos clave que impide funcionar correctamente a la Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género, es la gran cantidad de casos que se desconocen, porque no se denuncian o porque la mujer decide no ratificarla o no declarar en contra del presunto agresor, por el miedo y la situación de desamparo que padecen en muchas ocasiones.

Por ello, recomendaciones como las realizadas por una Comunidad Religiosa Islámica que aconseja a las mujeres víctimas de malos tratos acudir primeramente a instituciones religiosas, hace un flaco favor a todas las mujeres y a la sociedad en general, ya que la violencia de género es un delito y como tal debe ser denunciado ante las autoridades competentes. El ordenamiento jurídico español es de obligado cumplimiento para toda la ciudadanía con independencia del credo religioso que se profese, y no podemos volver a épocas anteriores donde se consideraba el maltrato a la mujer como un asunto privado y doméstico, porque estaríamos contribuyendo a perpetuar el ciclo de la violencia que hace tanto daño no solo a las mujeres sino también a una sociedad que debe tener tolerancia cero ante estas agresiones.

Igualmente, debemos ser sumamente cuidadosos con los mensajes que se envían a nuestra juventud, ya que influirán de manera decisiva en la construcción de una sociedad que debe respetar por igual a mujeres y hombres en todos los ámbitos de su vida, al igual que debemos hacer conscientes a todas las mujeres con independencia de su credo de los lastres que siguen subordinando a las mujeres en nuestra sociedad.

Respetar la libertad religiosa es tolerar, entender, apoyar sentimientos y elementos únicamente religiosos; nada que ver con tolerar, entender y apoyar sentimientos y elementos contrarios a la realidad de la mujer víctima de violencia machista, que se contradicen con nuestras leyes y nuestra lucha por erradicar esta lacra.

Tolerancia cero ante mensajes machistas y contrarios a la lucha por la igualdad de la mujer y especialmente ante aquellos que se amparan en la libertad religiosa para subestimar el papel de la mujer en nuestra sociedad.
 

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