Es lo que suele darse en los
partidos políticos, cuando hay mucho que repartir y toca a
unos mucho y a los otros se les deshereda. Al final cada uno
quiere la parte que le toca y si esa parte se evapora o se
va hacia otros que, aun “siendo nuevos en la plaza” gozan de
más confianza y privilegios que los que llevan muchos años,
ahí se sientan las bases para el inicio del incendio.
Vi, en la prensa de ayer, viernes 27 de septiembre, que un
afiliado del PP, de los que llevan muchos años en el
partido, desde cuando pertenecer a estas siglas parecía un
auténtico sacrilegio, ha denunciado ante el Comité Ejecutivo
de su partido al presidente regional, Juan Vivas, además de
a la secretaria general y al consejero de Juventud, Deporte
y Turismo.
¡¡Lo que nos faltaba!!. La guerra en casa “por las acciones
realizadas en la renovación directa y sin concurso de la
gestión de la Hípica de Ceuta”.
La denuncia encabezada por Carlos Folch Valero va encaminada
a que “se eleve al Comité de Derechos y Garantías de esta
formación política”.
Me sorprende la denuncia y más si tiene que pasar por un
trámite que ¿Existe?. Tratándose de un partido político, no,
porque todos sabemos que los partidos hoy, más que ayer, son
“bloques cerrados” para unas “¿Élites?” que los manejan a su
capricho y buscando los intereses no del partido, menos de
la provincia o del país, y más bien de sus allegados. No
hace falta más que mirar la foto que ayer publicaba nuestro
diario, El Pueblo de Ceuta, donde sin culpa alguna un
caballo está siendo el punto de vista, primero del
presidente Vivas y en torno a él lo más “granado” del PP de
hoy en Ceuta. Lo que son las cosas.
La partitocracia que es lo que tenemos hoy, más que
democracia, va caminando a un algo sistémico, que cuando no
lleva hasta la corrupción, lleva al enchufismo y cada día un
poco más.
Muy optimista, en sus exposiciones, parece Carlos Folch
Valero al basar su denuncia sobre el presidente y los otros
dos consejeros “por las acciones realizadas en la renovación
de la hípica de Ceuta, traicionando la confianza pública e
incumpliendo los artículos del Estatuto del Partido
Popular”.
Lo que digo, muchas palabras, seguro que bien intencionadas
pero, a partir de ahí, nada de nada.
Sólo Dios puede premiar la ingenuidad de Carlos Folch
Valero, los demás, estoy convencido, nada de nada, ni caso
le van a hacer.
Sigo con la idea de la ingenuidad de Carlos Folch, que se
desprende de otro de sus párrafos:” en este caso, referido a
los cargos públicos de representación institucional que han
de observar la máxima ejemplaridad, rigor y exigencia en el
desempeño de sus funciones, velando siempre por el interés
público y abstenerse de cualquier conducta que, aun siendo
plenamente legal, puede dañar la imagen u honorabilidad de
la organización a la que pertenece”.
Me gusta el pasaje éste, pero Carlos Folch se ha equivocado
de dirección, eso valdría, sería bueno para una reflexión de
ejercicios espirituales, cuando los haya, pero para la
actuación de unos políticos, que se olvide Folch de que le
vayan a hacer caso.
Y creo que hay muchas personas del PP y de fuera de él que
están más cerca de lo que propone Carlos Folch que de lo que
se vaya a hacer tras esta denuncia, pero todos sabemos que
los cargos públicos hoy miran para la derecha cuando les
conviene o conviene a sus intereses y para la parte
contraria a los diez minutos.
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