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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

In memoriam de Juan José Garrido
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Me he llevado una gran sorpresa y un mayor disgusto aun, al ver en la prensa de ayer la esquela del que fuera un gran director de la Residencia de la Juventud, Juan José Garrido.

Siempre se suele hablar bien de aquellos que han muerto, pero en este caso yo estaba obligado a hacerlo sobre una persona que, sin lugar a dudas, marcó una pauta muy importante al frente de la Residencia de la Juventud en la Plaza Vieja, el centro más serio de estudiantes y profesores, en la década de los 70 del pasado siglo.

La primera persona con la que yo contacté cuando iba a venir a Ceuta, allá por el verano de 1978, fue con Juan José Garrido y tengo que decir que fue él el que me animó e incitó a que me viniera para acá, cuando yo tenía ciertas dudas, al no conocer la realidad de lo que era Ceuta entonces. Él me habló de la Ceuta de aquellos días como si se tratara de la entrada hacia el Paraíso, con unas razones tan convincentes como no se las he oído jamás, aquí, a nadie de los que se consideran ceutíes por los cuatro costados.

La Residencia de la Juventud que dirigía Juan José Garrido era el auténtico paradigma de lo que debe ser una residencia en la que convivían, entonces, un gran número de alumnos y varios profesores.

Él tenía una mano izquierda tan diestra como para que todos los que vivíamos allí estuviéramos a gusto, además de que tenía la capacidad y la seriedad suficientes para que aquello no fuera ni la pensión de la “tía Petra”, ni la tasca de D.Tiburcio.

Juan José Garrido con todo el equipo que trabajaba entonces en la Residencia de la Juventud aportaron mucho a la perfecta convivencia en un lugar en el que había seriedad y en el que, por encima de todo, había un gran respeto.

Con Juan José Garrido como director de la Residencia de la Juventud viví en ese centro varios años, hasta que un día, tras haber ganado legítimamente unas elecciones, llegó un alcalde, Paco Fráiz, que como el “caballo de Atila” entró en la residencia y puso de patitas en la calle a todos los profesores que estábamos viviendo allí y que pagábamos religiosamente lo que estaba establecido.

Muchas veces, después, hablé con Juan José Garrido sobre lo que había sido, en aquella época, la residencia y sobre lo que había dejado de ser, tras la “siega” que había llevado a cabo el ínclito Paco Fráiz.

Él, Juan José Garrido, no llegó a digerir muy bien aquella actitud del alcalde Fráiz y yo, desde entonces, cada vez que se me ha presentado la ocasión, he dicho y voy a seguir diciendo que jamás un dirigente político podía llegar a acometer una acción tan perniciosa y desagradable respecto a una dependencia de su Ayuntamiento. Claro está que entonces y otras muchas veces más, Paco Fráiz actuó, más que como un alcalde, como un auténtico “faraón”, según lo interpretaban varios políticos de su época, de distintos partidos, naturalmente.

Ahora, Juan José Garrido nos acaba de dejar y nos ha dejado tras haber sabido cumplir con sus funciones en la vida, como un verdadero señor, un hombre de los buenos.

Muchos de los que coincidimos en la Residencia de la Juventud, entonces, hemos recordado, en repetidas ocasiones, las muchas cosas buenas que había allí y hoy, precisamente hoy, los que fuimos amigos de Juan José Garrido tenemos que resaltar toda la acción de un hombre de bien, como él lo ha sido. Descansa en paz, Juan José, los que te apreciamos entonces te seguiremos recordando.
 

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