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OPINIÓN - MARTES, 24 DE SEPTIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Pruebas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La mejor estimación es la que uno se profesa. Preciarse o sentir la dignidad de ser lo que se es resulta de suma importancia para los hombres. Y cada cual está en su perfecto derecho de calibrar su estima en la medida que lo crea conveniente. Pues quererse forma parte de esa primera necesidad que tenemos todos a fin de poder hacerlo con los demás.

La estima en la cual nos tengan los demás es cuestión que no depende de nosotros. Así que no hay por qué perder los sentidos cuando nos damos de bruces con valoraciones que no responden a las que tengamos nosotros de sí mismos. Verdad de Perogrullo.

Hace ya bastante tiempo que se viene confundiendo honrado con honesto. Cuando son adjetivos que no quieren decir lo mismo. Por lo cual se puede ser honrado y carecer de honestidad y viceversa. Luego está la buena fama, la dignidad. Existe la heredada; pero es la ganada por sí mismo a la que me voy a referir. Vaya el ejemplo: Fulanita del tal es tan bondadosa como honorable; lleva, además, un porrón de años ejerciendo como autoridad local y nunca ha dado motivo alguno para que se recele de su honradez.

El ejemplo le viene que ni pintiparado a nuestra estimada consejera de Presidencia y Gobernación: Yolanda Bel. De la que, salvo cualquier desliz menor (como ese que le adjudican de haber usado un coche oficial para trasladarse de un sitio a otro en misión no correspondiente a sus actuaciones como cargo público, o bien el que tenga un hermano colocado a dedo en la FFC), verdad es que su trayectoria política es inmaculada. Algo que, en los tiempos que corren, no deja de ser como poner una pica en Flandes.

Por ser como es Yolanda Bel, honrada a carta cabal, nunca hasta ahora había tenido que salir a la palestra para explicarse sobre un asunto que el portavoz socialista, José Antonio Carracao, ha denunciado. Por creer que se ha cometido posible irregularidad de contratación y de pagos fraccionados a una empresa por parte del gobierno. Con el consentimiento de la consejera y del técnico correspondiente. Que ni sé su nombre ni me importa un bledo saberlo.

Para hacerse oír, tras la defensa numantina que hizo de ella nuestro alcalde, como correspondía, y el también oportuno alegato del portavoz del partido, la señora Bel decidió que lo mejor era recibir en conferencia de prensa a los periodistas de la ciudad encargados de semejante tarea. Y así lo hizo: para tratar de deshacer entuertos. Cumpliendo, pues, con su derecho a intentar cortar de raíz todas las sospechas que pudieran haberse creado en cuanto a su contribución en un asunto que no evidenciaba claridad. Y que aún, a pesar de su comparencia, la de la consejera, y de sus explicaciones, parece ser que no ha quedado nada tan claro como desea quien se ha puesto al frente de la fiscalización del que es conocido ya como el ‘caso de las facturas de la empresa Kibesan’: Carracao. Será éste, por tanto, quien deberá seguir investigando a la par que procurando no errar más ni en las cifras ni en nada. Ya que el error actúa siempre a favor de los denunciados.

No obstante, lo que sí me causó desazón, que no extrañeza, fue la amenaza de la consejera: “Quien ponga en duda mi honorabilidad se verá conmigo en los juzgados”. He escrito en estilo directo, la bravata de YB, debido a que el estilo indirecto aparecido en los medios es infumable. Y para responderle a la señora Bel que la honorabilidad se defiende con pruebas y no con la calificación otorgada por los jueces. Así que no tiene nada que temer.
 

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