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OPINIÓN - LUNES, 23 DE SEPTIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

El atlético de Madrid tiene ya hasta baraka
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Aficionados del Atlético de Madrid, que los hay en Ceuta, me dicen que no se acuerdan de la última vez que yo he escrito de su equipo. Que es la manera más educada de echarme en cara la poca atención que siempre le he dispensado al conjunto rojiblanco. Y además tienen más razón que un santo. Así que hoy he decidido hacerlo.

Al Atlético lo he tenido yo siempre como mi segundo equipo de cabecera. Y hasta hubo un tiempo, cuando yo vivía en los madriles, que mis mejores amigos eran colchoneros acérrimos. De ahí mi amistad con el gordo Paco Balderas. El cual me fue presentado por Luis Elices Cuevas; tan buen entrenador como extraordinaria persona. Balderas era una bandera atlética que ondeaba permanentemente.

Corría la temporada 61-62, y siendo presidente Javier Barroso, los jugadores las pasaban canutas para cobrar. La sede social del club estaba en el número 22, de la calle Barquillo. En el primer piso de un edificio cuya escalera olía a cocido y a meada de gato. La de veces que visité yo el sitio, acompañando a Vicente Medina: futbolista que iba para figura y se quedó a las puertas del éxito. Tras lesionarse gravemente.

Madinabeytia, Calleja, Rivilla, Adelardo, Jones, Ramiro, entre otros muchos más, formaban parte de la plantilla de un equipo al que, en cuanto yo podía, allá que iba a verlo jugar en el Metropolitano. Vetusto campo; cuya mención me atiborra de recuerdos que me satisfacen.

Pero mi ser madridista, desde que vestía pantalones cortos, me impedía ser rojiblanco. Lo cual nunca ha sido obstáculo para reconocer lo grande que es el Atlético y, desde luego, la fe ciega que sus seguidores tienen depositada en un club del que Vicente Calderón, en noche aciaga, dijo: “Parecemos el Pupas”. Debido a que todas las desgracias habidas y por haber se asociaban contra la entidad en momentos cruciales.

Pues bien, desde que Pablo Simeone es entrenador las desgracias han ido desapareciendo. Y el atleti, además, ha conseguido situarse en la cresta de la ola del fútbol nacional y europeo. Y lo que es mejor: dando pruebas evidentes de que no está sometido al inexplicable capricho del mar de la Diosa Fortuna.

El Cholo ha conseguido hacer un equipo de verdad. Un equipo donde todos sus componentes salen al campo con una misión concreta y la cumplen al dedillo. Se la saben de memoria y la realizan en el césped porque está pensada de acuerdo con las cualidades que cada cual posee.

Los futbolistas, cuando son convencidos de que toda misión que se les encomienda no sólo va a redundar en beneficio del equipo sino que asimismo hará de ellos mejores jugadores, sólo necesitan resultados favorables para que se entreguen a la causa con la fe del carbonero. Es lo que viene ocurriendo en el equipo rojiblanco.

El trabajo de Simeone fructificó bien pronto. A pesar de que no es tarea fácil hacerles ver a los jugadores que lo primordial es la sencillez en las acciones. Porque jugar sencillo es lo complicado. Da gusto ver lo bien que lo hacen los centrales; el enorme trabajo de los laterales, sabiendo que defender es lo primordial y que subir al ataque por sistema no es conveniente. Eficaces los volantes. Y dinamita pura arriba. Ah, y siempre Courtois al quite. Los entrenadores sí influyen. Para bien y para mal. El Cholo ha hecho del Pupas, además, un equipo que tiene ya hasta baraka.
 

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