S e dice cuando alguien no puede ver un asunto o una
situación en su conjunto porque está prestando atención a
los detalles. Eso es precisamente lo que intenta el Gobierno
de Ciudad, poniéndo el énfasis en la equivocación del
portavoz socialista, que llevado por su ímpetu, ha cometido
un error a la hora de cuantificar el importe total de las
facturas y, por tanto las cantidades exactas abonadas a la
empresa Kibesan 2000. Sin embargo, ello no es óbice ni
excusa para que un fallo de cálculo pueda diluir el fondo de
la cuestión: el posible fraccionamiento de pago para eludir
el control que sería exigible a una contratación por
concurso e incluso algo más.
Lo que no es un error, faltaría más, es reiterar una y otra
vez, en menos de seis meses, pagos inferiores a 3.000 euros
en facturas de suministro al mismo proveedor y a cargo de
una partida concreta. Ahí ya existe intencionalidad. Y a
esto ha de responder el Gobierno. ¿Se ha producido
fraccionamiento de pago en las facturaciones a la empresa
Kibesan 2000? ¿Cómo es posible que las propuestas de gastos
realizados hayan sido tramitadas y firmadas por personal
laboral, cuando la normativa exige que sea un funcionario de
carrera? ¿Cómo es posible que no pague IPSI de importación?
¿A quién ha adquirirdo Kibesan la mercancía? El Gobierno
afirma la cantidad errónea de 123.943,37 euros pero no
aclara nada más.
Las contrataciones a la mencionada empresa desde el 29 de
abril de 2013 al 18 de septiembre han sido todas a cargo a
la partida de los Planes de Empleo, y todas facturaciones
inferiores a 3.000 euros, lo cual no ha explicado nadie
hasta ahora aunque hablen de transparencia en la gestión y
pongan la mano en el fuego por Yolanda Bel.
Otra cuestión extremadamente importante es saber si ese
material adquirido ha sido suministrado, es decir si existe
realmente. Y de ser así ¿dónde está el material? Cuando se
fracciona el pago ya hay una intencionalidad de eludir el
control presupuestario y, desde luego, evitar el concurso
público. Práctica, por otra parte, que no es nueva en el
Gobierno de la Ciudad. Se recurre a esta “fórmula” para
evitar el control necesario en los concursos públicos
Se impone una aclaración sobre estos conceptos cuanto antes
por parte del Gobierno de la Ciudad Autónoma, y no vale
decir una cosa cuando se está haciendo, a sabiendas, la
contraria o cuando se actúa con aparente bondad y luego se
gastan las mayores jugarretas que podíamos imaginar. Sobran
ejemplos, pero no es menos cierto que ir de santurrones no
disimula comportamientos deleznables o actuaciones
aberrantes. Este es un asunto que no es baladí y que bien
merece hoy una respuesta clara y convincente por parte de la
consejera Yolanda Bel.
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