La Feria de Día, celebrada en la última semana del pasado
mes de agosto, ha supuesto una iniciativa muy celebrada por
lo que suponía de “recuperar” algo que ya se celebró en la
Gran Vía, en época del Gobierno del GIL. Se ha visto siempre
como una apuesta interesante, a modo y manera que en Málaga,
donde tiene más éxito la Feria de Día que la de Noche. Se
entiende que, quienes alternan en la Feria de Día son los
adultos, mientras que la de Noche es para los más pequeños
en las atracciones infantiles o para grupos de amigos, que
en las casetas celebran sus ratos de ocio y diversión.
En esta edición de verano, la Feria de Día de Ceuta tuvo
como enclave la plaza del Revellín, lugar también propicio
para la feria del libro en etapas anteriores o celebraciones
multiculturales y de convivencia, así como para la
“mejilloná” u otras actividades lúdicas.El lugar céntrico y
recogido, facilita la concentración de personas y la
convivencia. Por ello, se leigió posiblemente como ubicación
de la Feria de Día que contó con una serie de casetas, si
bien el problema viene, cuando nos percatamos, una vez
finalizada la misma y a la vista de una inspección ocular,
que un edificio emblemático, como el construido por el no
menos prestigioso arquitecto portugués, Alvaro Siza, se ha
visto agujereado como si se tratara de un queso Gruyere.
A ojos vista, actualmente, pueden comprobarse los “anclajes”
que se colocaron taladrando la fachada de los edificios para
instalar las mallas militares para dar sombra, y que se han
dejado como marcas indelebles, tal como en el Congreso de
los Diputados aún permanecen las huellas de los impactos de
bala cuando el golpista Antonio Tejero, asaltó el hemiciclo
donde se encontraban los padres de la patria.
Taladrar y agujerear con tanta ligereza un edificio que ha
costado más de 50 millones de euros y para el que su
arquitecto, Alvaro Siza, no permitía variación alguna en
relación a lo que era su diseño, incluso la pintura del
mismo se hizo de un color determinado porque así lo decidió
el propio Siza para que formara parte del conjunto
arquitectónico, parece una frivolidad de tal calibre, que
alguien habría de responder por tan arbitraria actuación.
Alguien parece empeñado en “profanar” la idea arquitectónica
de este reputado arquitecto, que cuidó hasta el más mínimo
detalle, como para que ahora, cualquiera tenga la osadía de
agujerear una fachada de la Manzana del Revellín, con el
desparpajo de quien parece darle igual que el edificio sea o
no emblemático o requiera un respeto y cuidados especiales.
Todo parecen demostrar que, de lo que realmente se trataba
era de instalar como fuera las mallas amarrándolas con broca
en mano y taladrando lo que hiciera falta.
Para este estropicio no hacían falta las alforjas de unas
medidas cuidadosas para el edificio cuando el arquitecto
portugués marcó unas pautas. Se ha demostrado que da igual:
un agujero se hace en cualquier sitio y los agujeros, igual
da que sean en una pared cualquiera que en el edificio de la
Manzana del Revellín. A este paso, poco a poco irá perdiendo
su encanto y ya sólo falta unos magníficos “graffitis” que
nos llenen de modernidad o protestas, ese paño de pared que
ha sido abordado con total impunidad.
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