Ubicado, honesto y honrado. Antes
ubicado era situado; y de un político, de un señor, de una
señora se decía que eran honrados cuando procedían
rectamente, con hombría de bien, eran íntegros, etc. Ahora
se los llaman honestos, lo que antes era decoroso, recatado,
pudoroso.
Eufemismos. ¡Qué graciosos! Ahora quitan a un buen señor o a
una buena señora, que lo estaba haciendo bien o mal, y, en
vez de decir que lo han destituido, hablan de cambio de
titular. La titular, como directora de Radio Nacional de
España en Ceuta, Adela Julio ha sido quitada de su
cargo. Así me lo han dicho a mediodía de un martes en el
cual he salido a tomar unas copichuelas por los lugares de
alterne.
En los lugares de alterne uno se suele enterar de todo
cuanto acontece en esta ciudad. Ciudad en la cual estoy
harto de decir que se suelen ganar enemigos transitando la
calle en la misma medida que se ganan partidarios.
A los partidarios, eso sí, hay que atarlos en corto. Porque
son capaces, en cualquier momento, de largar contra uno como
si fueran enemigos acérrimos. Enemigos que pueden dejarte el
cuerpo hecho una piltrafa, la moral por los suelos, y
sometido a problemas de los que, aun siendo muy afortunado,
te pueden hacer pasar de medio pensionista a pobre de
solemnidad en un amén.
Hablando de pobres, a veces se alaba a los pobres por su
economía. Pero recomendarles economía a los pobres resulta
grotesco e insultante. Es como aconsejarle que coma menos a
un hombre que se está muriendo de hambre (Oscar Wilde).
En tiempos así, es decir, en tiempos como los que corren,
donde la corrupción imperante se ha convertido en tema de
actualidad, a mí se me viene a la memoria lo que dijo
Felipe González al respecto cuando los socialistas eran
tachados de corruptos, con el fin de defenderse: “La Iglesia
no se corrompe, hay algunos curas y obispos que se
corrompen. Pues los partidos tampoco se corrompen”.
Desde que FG habló así, la gente comenzó a no tomarle en
serio. Y ya se convirtió en un perdedor. A los perdedores se
les queda la cara desencajada. Descolgada. Y hasta pasan un
tiempo en el cual ni siquiera se preocupan por visitar al
dentista para que les haga una limpieza de boca acorde con
el sarro que se les ha ido acumulando con las mentiras.
Las mentiras pueden jugarle una mala pasada a Yolanda Bel:
consejera de Presidencia, Gobernación y Empleo. O sea, que
manda tela marinera en el gobierno presidido por nuestro
dilecto Juan Vivas (a propósito: me han dicho que a
Vivas le sienta como un tiro el que yo lo nomine cual
monterilla). Manda tanto, YB, como para haberse atrevido a
cometer posibles irregularidades, de las cuales se le acusa
en un medio local, con el fin de favorecer a una empresa.
Por algo similar, en su día, parece ser que José Antonio
Rodríguez, consejero de Gobernación, hubo de darse el
piro. Cuando, además, era la alegría de la huerta de un
gobierno que festejaba diariamente sus logros. Eran los días
en los que nuestro alcalde, a quien le molesta lo indecible
que le dé tratamiento de monterilla, se sentía tan poderoso
como para perseguir con saña a los no adulones. Y, claro, a
partir de ese proceder, injusto a todas luces, la mala
suerte, que es ausencia de buena suerte, lo tiene cercado. Y
puede tener un final… ¡Uf!
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