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OPINIÓN - DOMINGO, 15 DE SEPTIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mi verdad
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Se me ha dicho, más de una vez, por quienes están pendientes de lo que uno escribe, en este espacio, que pocas son las ocasiones en que me he referido al actual Delegado del Gobierno. Ni para bien ni para mal. Lo que, según ellos, no deja de ser extraño.

Incluso no se han cortado lo más mínimo en opinar que puede que sea cierta precaución por mi parte para no mosquear a Francisco Antonio González. Ya que éste tiene bien ganada fama de responder a todas las críticas. Y hasta me aseguran que es capaz de enojarse por nada y menos.

Es bien cierto que hay infinidad de personas que tienen siempre el amor propio a flor de piel y que han de procurar no hacer un mal uso de ese sentimiento. El amor propio es un animal que puede dormir bajo los golpes más crueles, pero que se despierta, herido de muerte, por un simple arañazo (Alberto Moravia). Pero no creo que sea el caso de nuestro delegado. De verdad que no lo creo.

En lo tocante a que yo haya decidido no darle cabida en mis pareceres al Delegado del Gobierno, para evitarme cualquier enfrentamiento aireado, sólo puede caber en la mente de quienes no me conocen o me conocen muy poco. Por una razón muy sencilla: con la libertad que me conceden los años, con la independencia que me aporta mi atracción por la imprudencia y con lo que disfruto atentando contra lo políticamente correcto, difícilmente yo estaría obrando, así, por ese vago temor que me achacan.

De cualquier manera, debo decir, porque es cierto, que, durante los primeros meses de Francisco Antonio González al frente de la Delegación del Gobierno tuve a bien indicarle que procurara retorcerle el cuello a su entusiasmo desmedido, digno de encomio, cuando éste le hiciera transitar por senda equivocada. Y hasta creo que me permití recordarle que es desaconsejable que los cargos traten de demostrar que mandan mucho. Ya que esa actitud es la que mejor describe a una persona insegura y pueril.

Metido ya en ese terreno, injusto sería no reconocer que el Delegado del Gobierno no me dijo ni pío de mis recomendaciones; ni siquiera cuando al día siguiente coincidimos en un establecimiento de la ciudad y compartimos unos minutos de charla.

Ahora bien, tampoco es menos verdad que entre González Pérez y un servidor jamás las relaciones fueron notables. Es más, yo me atrevería a decir que fueron regulares tirando hacia abajo. Aunque la tirantez en nuestro trato siempre se condujo mediante la buena educación. Por más que él siga creyendo que en mí anida un anarquista de mucho cuidado. Lo cual, en estos tiempos que corren, no dejaría de ser un honor. Pero qué más quisiera yo que haber dado la talla como pensador de utopías.

Pacoantonio, sin embargo, sometido a una prueba difícil, la más difícil, por cruel, como es la carencia de salud en un momento determinado, ha respondido como responden las personas con dos pares… No por la entereza ante el tratamiento. Sino porque ha permanecido en el tajo contra la opinión de quienes le aconsejaban que se tomase todos los respiros posible.

Lo que destaco, sin que con ello, Dios me libre, intente poner una nota de sensiblería en mi escrito. Un hecho, sin duda alguna, que me ha permitido valorarlo en su medida. Una medida colmada de sentido del deber y al que se ha entregado padeciendo fatiguitas de… Pero mostrarse como alguien que manda tela marinera no le conviene. Dicho sea de paso.
 

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