En la calle se habla mal de
nuestro alcalde. Muy mal. Rematadamente mal. Y lo que es
peor: muchos ceutíes parecen hoy tocados por una especie de
odio contra Juan Vivas. Por un hartazgo de él que se
ha convertido en obsesión.
Mucha gente, más de lo que uno podría haber pensado hace
nada, dice que cuando Vivas sale en la televisión, cambia de
canal, porque ya no pueden ni verlo. En la izquierda es
normal que pase eso. Lo curioso es que les sucede también a
muchas personas de derechas.
Nuestro alcalde lleva doce años ocupando una posición
privilegiada, que le ha permitido hacer y deshacer a su
antojo. Debido a que es un personaje revestido con un poder
omnímodo. Así que su forma de proceder se ha distinguido por
su parcialidad. Casi todas sus decisiones se han distinguido
por favorecer a quienes han venido dorándole la píldora.
Clientelismo puro y duro.
El clientelismo, que es voluble, se ha percatado de que Juan
Vivas ya no le vale. Que es un estorbo en todos los
sentidos. Y ha comenzado a ponerle una zancadilla tras otra
para sacarle de sus casillas y hacer que pierda el oremus.
El oremus lo perdió Vivas cuando el martes pasado dijo, en
el pleno extraordinario, dedicado a debatir el ‘caso Urbaser’,
que semejante asunto estaba montado para acabar con él.
Dando muestras evidentes de tener una jindama que inhabilita
a cualquier autoridad.
El ‘caso Urbaser’ no deja de ser uno de los muchos líos en
los que está metido un alcalde que ha gobernado y lo sigue
haciendo convencido de que la mayoría absoluta que le han
dado los votantes le vale para convertirse en hacedor de
cuanto a él le plazca. Y se equivoca. Yerra de tal manera
que hoy en día está catalogado como alguien que debería
dimitir cuanto antes.
En la calle, los rumores, antesala de las noticias, son
muchos. Y ningunos favorables a nuestro alcalde. La gente ya
no se corta lo más mínimo en contar cosas que no son
agradables. La cuales son síntomas evidentes de que la
persona, en este caso nuestro alcalde, ha caído en
desgracia.
Ahora bien, a mí se me ha ocurrido preguntar lo siguiente en
un corrillo donde los comentarios al respecto eran varios y
todos ellos desembocaban en el mismo parecer: Juan Vivas
debe dimitir cuanto antes. Y ¿quién lo va a sustituir?
Inmediatamente, han ido surgiendo nombres. Y todos ellos,
según mi parecer, están más quemados que la pipa de un
indio; que es la frase más brillante que le oído decir a
Michael John Robinson, desde que le conozco como jugador
y comentarista de Canal Plus.
El drama de esta ciudad, sin duda alguna, es que los líderes
de la oposición no tienen nada que hacer. Pues se han ido
achicharrando a la par que se iba consumiendo nuestro
alcalde. El cual más que hablar, cuando le toca, lo que hace
es gemir como una pavesa. Aunque siempre habrá alguien en el
PP que pueda sustituirlo.
Nuestro alcalde, además de que ha ido dando petardos
considerables, no se ha preocupado casi nunca de rodearse de
personas con talento, sino que ha procurado elegir a los más
sumisos. Y, por si fuera poco, ha cometido el error de poner
al frente del Gabinete de Prensa a un muchacho, llamado
José Carlos García, cuya conducta profesional está
dejando mucho que desear. Pues está dando muestras de ser un
inepto de tomo y lomo. De los pies a la cabeza. Habrá que
llamarle la atención.
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