Los lectores de esta columna de
opinión son plenamente conscientes de mi posición totalmente
crítica respecto a la formación liderada por Mohamed Alí
desde su llegada a la Asamblea de Ceuta en el año 2003. En
la mayoría de las ocasiones mis reflexiones han reprobado
sus planteamientos y en muy pocas, los he compartido. No
obstante, como demócrata, y a pesar de mis diferencias
ideológicas, siempre he expresado mis mayores respetos hacia
una formación política que representa al 14,34% de la
población ceutí.
Por ello, solo puedo expresar en mi colaboración de hoy mi
más absoluto rechazo al ataque perpetrado contra la sede que
la Unión Demócrata Ceutí tiene en la barriada de Hadú.
Aunque no es el primero, es el enésimo atentado que sufren
los representantes de una formación política que defiende
libremente los intereses de sus electores. De hecho, las
instalaciones atacadas estaban siendo utilizadas en la
actualidad como oficina solidaria en ayuda de quienes
necesitan gestionar peticiones de becas al estudio, una
labor que deberá ser interrumpida como consecuencia del
ataque sufrido.
Quienes defendemos los derechos fundamentales y las
libertades públicas incluidas en la Constitución Española
aprobada mayoritariamente por la ciudadanía, tenemos la
obligación de condenar unos hechos que atacan directamente
estos principios constitucionales. Las libertades de todos
los ceutíes, sin exclusión alguna, han sido atacadas
vilmente y nuestra respuesta debe ser contundente, sin
dobleces de ningún tipo. Desde este pequeño y humilde
espacio de opinión animo a todos los ceutíes a condenar los
actos perpetrados contra las dependencias de una formación
política que representa a los 4404 ceutíes que avalaron su
candidatura.
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