Fue a las diez de la mañana, del
lunes pasado, cuando comenzó el pleno extraordinario para
debatir el ‘caso Urbaser’. Y que yo vi, casi en su
totalidad, por medio de la televisión pública, debido a que
me interesaba oír lo que en el salón de sesiones se decía.
Hoy miércoles, cuando escribo, sigo teniendo la certeza de
que semejante pantomima, emitida por Radio Televisión Ceuta,
fue seguida por un grupo de oyentes que bien podrían caber
en la salita de estar de cualquier piso de buen ver. Lo
cual, tras pensarlo detenidamente, me parece que redundó en
beneficio de nuestro alcalde.
Sí, la escasez de audiencia de esa transmisión en directo,
por más que luego se difundiera por la tarde o por la noche,
le vino muy bien muy bien al monterilla. Por una razón muy
principal: nunca antes éste había discurseado de manera tan
desafortunada ni se le había visto tan a merced de las
circunstancias de un asunto que apestaba desde que se le dio
vida para hacer posible que saliera adelante el voto de
censura al GIL.
Las condiciones del contrato de la basura con Urbaser fueron
determinantes para que Juan Vivas se convirtiera en
alcalde de esta ciudad. Es, además, de las pocas verdades
que suele decir el líder de la coalición Caballas:
Aróstegui. Como verdad es que las urnas demostraron en
tres ocasiones que la ciudad estaba caída de boca por su
monterilla.
Monterilla, venido tan a menos, que el lunes debió darse
cuenta de que hablando en chino resulta muy difícil que se
le entienda. Lo cual no es nuevo. Ya que lleva ya mucho
tiempo haciendo unos discursos tan farragosos que a lo mejor
le valen, como canción de cuna, para dormir a su gato.
Táctica, vaya usted a saber, que puede estar ideada para
confundir a tirios y troyanos.
Sin embargo, nuestro alcalde, monterilla es también ser
alcalde, debería saber que en la política es como en las
matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal
(la cita no ha salido de mi caletre. Dicho sea de paso). Por
consiguiente, a cuento de qué los ciudadanos han de
perdonarle sus yerros, muchos y graves, cometidos en la
fiscalización de la empresa de la basura. Y que han
propiciado pérdidas de euros cuantiosas.
Decía, Adolfo Suárez, en sus mejores días, que los
políticos tienen que vivir entre la mierda, pero no
confundirse con ella. La mierda ha existido en el caso que
nos ocupa, el de Urbaser, por supuesto, durante años y años,
mientras nuestro alcalde se dedicaba a silbarles la canción
del rencor a quienes no eran de su agrado.
De su agrado, alcalde, y usted sabe que yo lo sé, fueron
siempre dos personas de esta ciudad: Aróstegui y un
empresario cuyo nombre no tengo por qué reseñar. Y a fe que
los dos están dando muestras de apoyo a su gestión, cuando
es sabido que viene usted pegando petardos tan reconocidos
como el dado por Cagancho en Almagro.
Aróstegui, en el pleno de marras, no se cortó lo más mínimo
en decir a voz en cuello que la empresa Urbaser había
“robado” a la Ciudad alrededor del contrato de la basura;
pero -siempre ese adversativo que vale tanto para un
remiendo como para un zurcido- dejó bien claro que usted,
alcalde, es tan honrado como su grupo. Y que los ladrones no
estaban allí. Eso sí, lo acusó de no haber atajado el
“robo”. Paradoja esgrimida por su amigo… Pues si usted no ha
sido capaz de atajar el “robo”, durante casi trece años, ya
me dirá qué estuvo haciendo en todo ese tiempo.
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