Hacía algún tiempo que este sujeto
no aparecía públicamente, haciéndose propaganda y haciendo
publicidad de su sindicato, y ha tenido que volver a la
escena por lo mismo que ya ha hecho otras veces: “robar en
una de las grandes superficies”.
Una vez más y aprovechando que va a comenzar el curso
escolar, el aprendiz de delincuente Cañamero, junto con
algunos otros, protegidos por las siglas sindicales, se han
dirigido a Carrefour y “han echado mano” de libros,
cuadernos, bolígrafos y todo el material escolar que les ha
parecido, con la excusa de que era una simple forma de
manifestarse ante los costes del material escolar, como otra
vez lo hicieron con yogures y otros productos de la
alimentación.
El hecho está ahí y Cañamero en la calle. Para él parece que
no hay leyes, para él la propiedad privada no parece
existir, pero lo que no ha dicho es a donde ha ido todo ese
material “saqueado”, o a donde fueron, en otros momentos,
los yogures y todo lo que en su día cogieron y no pagaron.
Claramente, es una incitación a apoderarse de lo de los
demás, sin que nada, ni nadie les haya salido al paso.
¿Hasta donde va a llegar la impunidad de este personaje y
los que le acompañan, para invadir fincas, atracar
supermercados, hacerse con lo que no es suyo y reírse de la
policía, de los jueces y de toda la sociedad?.
El tal Cañamero, uno de esos sindicalistas, a la izquierda
de todas las izquierdas y lejos de las leyes más elementales
de nuestra sociedad, no siente la menor vergüenza por esta
serie de ataques a la propiedad privada, sin que aflore en
su semblante la idea de arrepentimiento, de colaboración con
la sociedad en la que vive, ni nada que se le parezca.
Y es que mirándolo bien, está suelto y en total libertad un
personaje que representa un grave problema para la sociedad
de nuestros días y que un día y otro aboga, públicamente,
por la desestabilización de la sociedad en la que él,
también, vive.
Ha sido el penúltimo de sus ataques a la sociedad privada,
ahora ya veremos cuando aparecerá otra vez y en otro lugar,
pero con la misma idea y con los mismos resultados, porque,
a la vista de todos, superando a los trabajadores de esa
superficie comercial, riéndose del propio guarda de
seguridad y con la seguridad de que no le va a pasar nada,
se lleva lo que más le gusta, argumenta que es apoderarse de
algo para dárselo a quienes lo necesitan más y así una y
otra vez más.
Pero lo que, tampoco, ha dicho es bajo que perspectivas, si
es que lo reparte, se ha hecho el reparto de esos productos
y a quienes se lo han dado.
Llevaba mucho tiempo observando los devaneos de este
personaje que ha actuado ahora, posiblemente, para ir
ocultando otra serie de hechos en los que si él no tiene
arte ni parte, sí pueden tenerla secuaces suyos o colegas de
partido, coalición, o incluso sindicato, que todo puede ser.
Hace falta una sanción ejemplarizante para unas acciones de
este tipo, acciones que se vienen repitiendo, con demasiada
frecuencia, yo diría que con mucha más frecuencia de la que
todos desearíamos.
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