Un amigo mío, que era muy suyo en
todos los sentidos, solía decir que los hombres tendrían
muchísimo adelantado si hablasen todos el mismo idioma; por
ejemplo, el español. Que es, más o menos, lo que estará
pensando Ana Botella tras la resaca argentina.
Mariano Rajoy es de la misma opinión que la alcaldesa
de Madrid, pero suele disimularlo muy bien haciendo del
silencio piedra angular de todas sus conversaciones. Así que
se limita, cuando le traducen las palabras de algún
personaje que habla la lengua de Shakespeare, a decir
yes o no. Y cree quedar tan bien o mejor que El Loco de la
Colina cuando hacía de los silencios sonoros un monumento.
Ya lo ha referido en un programa de la Sexta, llamado ‘El
objetivo’, Arantza Quiroga, presidenta del PP vasco:
“Llaman la atención los silencios de Rajoy en el ‘caso
Bárcenas’. Le faltó decir a la atractiva AQ, que lo es, y a
mí me da por destacarlo porque me da la gana, que los
silencios de Rajoy son porque el ex tesorero habla en chino.
Y, claro, si al inglés responde con monosílabos, al chino
para qué contarles a ustedes.
No es mi caso; pues un día, de hace ya muchos años, me
presenté con el fin de obtener un empleo en el cual la
entrevista era en inglés. Y de los treinta y tantos
aspirantes habidos era yo el que estaba encaminado a hacer
el mayor de los ridículos expresándome en la lengua de unos
americanos que la hablaban con tanta celeridad como
deteriorada por ser californianos.
A la pregunta de por qué quiere usted trabajar con nosotros,
respondí yo sin dudar lo más mínimo: Porque no tengo un
duro. Pregunta y respuesta fueron hechas en inglés. Luego,
para adornarme, dije en español que estaba tieso como una
mojama. Y tuve la suerte de que la supervisora, americana
ella, supiera español tan bien como para descifrar lo que
quería decir mi frase hecha. Así que me adjudicaron el
empleo cuando los demás opositores hubieran podido incluso
ser locutores de la BBC.
Me imagino, que tras el petardo que ha pegado la alcaldesa
de Madrid, por desconocimiento de la lengua que más se habla
en el mundo, cuando se trata de intercambiar relaciones
comerciales, políticas o asuntos varios de interés global,
los demás alcalde habrán tomado nota y se habrán puesto
manos a la obra. Ya que nunca se sabe en qué momento habrán
de verse obligados a dar la talla.
Por cierto, Susana Díaz, la presidenta de la Junta de
Andalucía, tengo entendido que habla un inglés de Boston.
Que es el que lleva la dicción clara por bandera. Una
pronunciación tan hermosa que dan ganas de escuchar
atentamente a los americanos de esa capital y ciudad más
poblada de la Mancomunidad de Massachusetts.
De hecho, tras ser oída SD por sus compañeras socialistas,
con cargos en la etapa de Zapatero, todas ellas andan
ya empeñadas en poder competir con la protegida de Griñán.
Así que cualquiera las aguanta cuando vuelvan a ganar unas
elecciones, dándose pote con el idioma de Churchill.
Que, según la encuesta publicada por El País, puede estar a
la vuelta de la esquina.
Nuestro alcalde no habla inglés. Lo cual me parece
demostración de pereza. Y, naturalmente, de provincianismo.
Ya que una autoridad ceutí, tan respetada y tan admirada,
bien podría pasar una parte de su tiempo de ocio, que no es
poco, aprendiéndolo. En vez de adquirir musculatura en el
gimnasio. Digo yo.
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