La comparecencia de Juan Vivas en
la sesión de Pleno que se celebra hoy con carácter
extraordinario debería dar luz y hacer desaparecer las
muchísimas sombras que, desde que empezó este asunto,
sobrevolaron los argumentos cuando se quería defender lo
indefendible. El discurrir de los acontecimientos fue
poniendo a cada uno en su sitio y lo que parecía una
imputación frívola de José Antonio Carracao, resulta que
llevó a sede judicial la seriedad que requería el caso. Ahí
se acabaron los intentos de ridiculizar al joven líder
político y aquellos que dicen acatar los pronunciamientos de
la Justicia, se dieron de bruces con una realidad que no
esperaban.
Sería deseable que por la democracia y la higiene política,
este Pleno aclara las dudas que pudieran darse y que no
sirva simplemente para un ejercicio de escaparate en el que
se esgrima la oratoria sin más contenido que la floritura,
sin entrar en el fondo de la cuestión que es lo que
realmente interesa al ciudadano, aportando datos, argumentos
sólidos y convincentes, así como voluntad política por
encontrar la luz al final del camino. Un camino que ha
estado plagado de muchas estrategias de distracción, de no
pocas descalificaciones y ánimos de enturbiar más que de
aclarar.
En este asunto se ha tratado de lapidar políticamente al
líder del PSOE y al técnico en gestión contable que dió la
primera voz de alarma sobre una situación irregular. Se ha
ejercido un interesado deseo de descrédito bochornoso y
vergonzante, en vez de aportar todos los esfuerzos por
lograr la verdad. Si no hay nada que ocultar se ha dado la
sensación contraria al esgrimir procedimientos turbios. Ya
es hora que resplandezca la verdad.
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