No pudo ser y Madrid, por tercera
vez consecutiva, se viene con el amargor en los labios, tras
haber sido eliminada a las primeras de cambio, frente a
Estambul y Tokio.
Las olimpiadas de 2020 se celebrarán en Tokio, era una de
las posibilidades, la más fuerte, aunque aquí, como siempre,
se había disparado con pólvora ajena y se pensaba que los
demás no cuentan.
España, querámoslo o no, no es respetada, ni apreciada,
fuera de nuestras fronteras y es vista como el país de la
pandereta, de las trampas, los engaños y las mentiras.
Aquí, aunque la prensa, en el ridículo más grande que se
recuerda, daba por hecho el que no iba a haber rivales, han
aparecido, no podía ser de otra forma, los fraudes en los
que se ve envuelto nuestro deporte, especialmente por el
doping que ni se ha atajado, ni se ha sabido cortar a
tiempo.
Eso lo hemos pagado y muy caro, en la noche del sábado,
cuando más de uno de los que tenían que votar tuvo presente
la “salida” de la “operación puerto”, por ejemplo, que se ha
ido tapando más de la cuenta.
Para muchos, ahora, el resultado de las votaciones es una
especie de conjura judeo-masónica contra nuestro país, y
aunque nunca nos hemos fiado un pelo de la seriedad de los
votantes del COI, lo que no vamos a aceptar es que una
derrota como ésta ha llegado por unos caminos que no sean
los correctos.
España, que a nadie le quepa la menor duda, tenía en Madrid
la ciudad mejor preparada, en cuanto a instalaciones o
medios de comunicación.
Madrid, dentro de la propia España, tenía una gran cantidad
de detractores, especialmente en medios catalanes, que
deseaban ardientemente este fracaso.
Pero España, y eso lo acaba de pagar Madrid, no ha sabido
tirar de la cuerda, los suficiente, para que algo que
corrompe al deporte se hubiera podido erradicar, desde hace
años ya. He citado, de pasada, la operación puerto, pero
podríamos citar algunas instituciones que parecen sólidas,
que logran muchos triunfos, deportivamente hablando, pero
que en cuanto un deportista suyo sale fuera se queda
“congelado” y no vuelve a dar señales de vida, en serio.
Hoy, lograr un record cuesta muchas horas de trabajos, pero
de trabajos serios y limpios, por lo que no se le puede
tolerar a nadie que aparezca arriba, tras haber viajado por
caminos tortuosos.
Ahora mismo, no sé si Madrid lo va a volver a intentar. El
palo ha sido monumental, las ilusiones de muchos se han
roto, dudo que queden ánimos para volverlo a intentar, hasta
que no veamos que tenemos un respaldo de verdad y no de las
elucubraciones de ciertos grupos mediáticos que se empezaban
a frotar las manos, pensando en los dividendos que lograrían
sus propios medios, con las olimpiadas aquí en Madrid.
El fracaso, que nadie lo dude, ha sido para todos,
posiblemente porque todos hemos preferido, desde hace mucho
tiempo, un título adulterado, antes que una derrota yendo
por un camino recto.
Los comentarios de los medios de comunicación han sido de
todo tipo, pero la auténtica realidad, parece que pocos la
quieren ver.
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