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OPINIÓN - DOMINGO, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Gordo constitucional
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuenta Pedro Sainz Rodríguez, en su libro Semblanzas, una anécdota relacionada con don Gregorio Marañón, con quien mantuvo una buena amistad. Un día, hablando delante de un grupo de amigos, me dijo:

-Don Pedro, no debe usted preocuparse excesivamente por su obesidad, tiene una gran salud. Usted es un gordo constitucional y no le conviene adelgazar excesivamente, aunque es posible que muchos médicos se lo aconsejen.

-Pues mire usted, Marañón, contestó Sainz Rodríguez, como creo que soy lo único constitucional que queda en este país, voy a conservarme lo más gordo posible. Ni que decir tiene que el auditorio se echó a reír y mi frase corrió por todas partes.

Vicente del Bosque, marqués porque así lo quiso nuestro Rey en su momento, es también un gordo constitucional a quien le llegaron los éxitos con la selección cuando había pasado por el fútbol turco como alma en pena. Su llegada a la selección se debió a un golpe de fortuna. Basado en que el fuerte carácter de Luis Aragonés ponía de los nervios a Villar y a la consiguiente ayuda prestada por Fernando Hierro. Quien, poco tiempo después y sin que haya salido a la palestra la verdadera causa, se dio el piro sin decir ni pío al respecto.

Del Bosque es lo más parecido a Luis Molowny; cuyo hablar poco y conciso se interpretaba como síntoma de inteligencia y la falta de aportaciones tácticas como prueba evidente de que los grandes jugadores no necesitan seguir las directrices de ningún técnico. Y, mediante esas premisas, labró su reputación en el banquillo merengue, durante las veces que fue reclamado para suplir despidos o dimisiones de entrenadores famosos.

Del canario se dijo siempre que le podía la pereza. Incluso hay algún que otro lance que lo retrata como alguien al cual le costaba lo indecible hacer el menor esfuerzo. Y, desde luego, se le reconocieron valores muy relacionados con el ser madridista. En suma, que Del Bosque, el alumno de El Mangas, que era el sobrenombre de Molowny, ya ha superado con creces a su maestro. Mediante lecciones adquiridas, otrora, siempre válidas, pero adaptadas, lógicamente, a los tiempos actuales.

La hipocresía, conocida como la vaselina de las relaciones sociales, ha de primar por encima de todo. Tratar de pasar por buena persona, así como intentar mostrarse exento de toda vanidad, son cualidades imprescindibles para hacerse acreedor a una posible beatificación. Ejemplo tenemos con Iker Casillas: convertido, desde hace mucho tiempo, en santo laico. Eso sí, se puede engañar a todo el mundo, siempre, si el anuncio es el adecuado y el presupuesto es bastante grande.

A Casillas no le faltan ni los anuncios ni los presupuestos ni estar favorecido por las autoridades federativas y, naturalmente, por el seleccionador. A Casillas lo que le faltan son cualidades indispensables para parar en el fútbol actual. Pues el muchacho parece ya un guardameta de los años de Maricastaña.

Ante semejante tesitura, el caballero por naturaleza, la peor de la clase de caballero que conozco, ha decidido salvar a Casillas aun a costa de cometer injusticia con Víctor Valdés. Al caballero, en cuestión, Del Bosque, para más señas, no le atribuyo malicia en el hecho. Porque la parcialidad del marqués, seleccionador él, puede ser explicada, descartada la cuestión monetaria, como una estupidez declarada. Mientras, Valdés gana fama de buen hombre.
 

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