La de veces que habré yo escrito
sobre las irregularidades que se han podido venir cometiendo
en la Federación de Fútbol de Ceuta. Mis denuncias al
respecto datan desde hace ya bastantes años. Y siempre se me
ha tachado de tenerla tomada con su presidente. Con el fin
de poner en entredicho el contenido de mis críticas.
Denuncias basadas en que en ese organismo ha primado por
encima de todo las cuentas del Gran Capitán. Que no hace
falta que les diga a ustedes cómo son. Debido a que los
libros de contabilidad llevaban años y años cubiertos de
telarañas. Con lo cual resulta imposible que en esas
dependencias fuera admitida la presencia de un auditor como
Dios manda.
Fallecida la persona que estuvo la tira de años presidiendo
la FFC, fui muy respetuoso con Antonio García Gaona.
A pesar de ser consciente de que era un protegido del
anterior dirigente federativo y, sobre todo, que estaba
amparado en todos los sentidos por nuestro alcalde. Mi
respeto hacia García Gaona no me impidió decirle, de manera
tan encarecida como personal, en cuanto tomó posesión de su
cargo, que hiciera todo lo posible por abrir puertas y
ventanas en la federación con el fin de acabar con décadas
de oscurantismo contable. Incluso me permití ponerlo al
tanto de ciertos comportamientos que se habían ido
sucediendo durante tantos años de mandato único y porque sí.
Y pobre de quien dijera lo contrario.
Y García Gaona, que aprendió cuanto sabe a la vera de
maestros de la doblez, del fingimiento y de las simulaciones
adaptadas a las circunstancias, tardaba nada y menos en
contarme el cuento del alfajor con tan buenas maneras, lo
cual conviene decirlo, que hasta me daban ganas de hacerle
el artículo por cómo tenía previsto someter su presidencia
al asesoramiento de nuestro alcalde y, desde luego,
compartir con él todas las decisiones.
De modo que me hice a la idea de que un día nuestro alcalde,
tan proclive siempre a que las cuentas de los organismos
brillen más que el oro, tardaría nada y menos en aconsejarle
a García Gaona que metiera la linterna en los libros de
contabilidad. Y así se lo dije. Pero su respuesta fue la más
rápida de todas las que me ha dado desde que nos conocemos:
“El anterior presidente fue un padre para mí” Y lo dijo
afectando una extremada solemnidad. Y, a renglón seguido, me
invitó a que lo visitara en la sede federativa para repasar
con él las cuentas desde su toma de posesión. Y, claro, ante
tal actitud me entraban unas ganas locas de decirle que yo
no me había caído de un guindo.
A partir de ese momento, García Gaona jamás cambió su
discurso ante mí. Y cada vez que le hablaba de libros de
contabilidad, o de la necesidad de que encargara una
auditoría, o de cómo era posible que no se supiera nada de
cómo gastaba las cuantiosas subvenciones que le otorgaba el
gobierno local, ponía cara de tristeza infinita, esbozaba
una sonrisa amarga, y volvía a contarme El cuento del
alfajor: esa fábula de que yo no digo nada porque el
anterior presidente fue un padre para mí.
Ahora, debido a la sentencia que echa abajo el silencio
administrativo que se sacó de la manga la consejería de
Juventud, Deportes, Turismo y Festejos para proteger los
cambios de los estatutos federativos realizados por Antonio
García Gaona, a fin de salvar incompatibilidades
enriquecedoras, me imagino que el presidente de la FFC se
acogerá al afecto de su gran amigo: nuestro alcalde.
Confiado en que éste le sacará del atolladero.
|