Por mucho que se afanen desde el
Gobierno Local en intentar que el Día de Ceuta siga siendo
para los ceutíes un día de celebración, desde que se tomó la
decisión de suprimir esta festividad por la de la Pascua
musulmana, el Día de la Autonomía ha vuelto a pasar, y por
tercer año consecutivo, sin pena ni gloria por la ciudad.
Para todos los ceutíes, sea cual sea su cultura o religión,
el Día de la Autonomía debía ser motivo de celebración, tal
y como ocurre en cada una de las otras quince Comunidades
Autónomas y la Ciudad Autónoma de Melilla, donde se festeja
por todo lo alto este día tan señalado, pero en Ceuta hace
tres años que el Día de la Autonomía es un día laborable más
dentro del calendario estipulado y que los actos se muestran
cada vez más devaluados, y no por la crisis existente, que
nadie duda que haya podido influir, sino por una decisión
tomada entre el PP, PSOE y UDCE que privó a todos los
ceutíes de una celebración que tendría que ser una seña de
identidad y no una moneda de cambio. ¿Por qué no se utiliza
uno de esos días de libre disposición para fijar la
festividad de la Pascua musulmana? Ceuta tiene dos días de
esas características, pero es mejor unirlos a otras
festividades como el Primero de Mayo o a la Inmaculada y así
disfrutar de un largo puente fuera de la ciudad, recorriendo
la península. Esos son los valores que se defienden desde
las altas esferas de la Ciudad. Año tras año el presidente
Vivas agradece a las Casas Regionales que sean embajadoras
de Ceuta, palabras que se quedan huecas y sin contenido al
comprobar que desde la misma Ciudad se desprecia de esta
forma el Día de la Autonomía. La comunidad musulmana merece
su festividad de la Pascua, eso nadie lo duda, pero los
miembros de la comunidad musulmana, al igual que de la
cristiana, la hindú y la hebrea, son ceutíes y como tal se
merecen que el 2 de septiembre, el Día de la Autonomía, el
Día de Ceuta, vuelva a ser festivo, como lo era hace tres
años, y se recuperen esos valores y esencias perdidas.
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