Hace algo más de cuarenta y ocho horas que Blanquito, el
Gato Negro y una pobre gaviota fueron asesinados en la calle
Alfonso VIII de Pedro Lamata. Personas adultas, en medio de
la calle, valiéndose de su mayor tamaño, su arma, su
absoluto desprecio por la ley y los derechos ajenos y su
mala conciencia, y sin el menor temblor en su mano por
encontrarse rodeados de niños, dispararon contra animales
indefensos con la justificación de que les resultaban
molestos. Hablo de “personas” porque si es cierto que uno
disparó, el resto observó, animó, proveyó el arma y, por
supuesto, calló y protegió posteriormente al líder del clan.
Es seguro que esa noche conciliaron el sueño sin el menor
problema, después de celebrar la excelente puntería (tres
tiros, tres aciertos), quizá hasta alcanzaron el nivel
máximo de testosterona (“¡qué valentía! ¡qué hombría!”),
acaso al día siguiente se divertirían en la Feria de Día
–quién sabe si hasta les harían alguna foto para la prensa
local-…¿Qué importancia tienen unos gatos y una pavana?...
¡¡Hay tantos “bichos” ¿verdad?…!!
ME IMPORTA A MÍ. Y LE IMPORTA A MUCHAS PERSONAS EN NUESTRA
CIUDAD QUE NO NECESITAN EJERCER LA VIOLENCIA PARA REAFIRMAR
SU PERSONALIDAD NI LUCHAR CONTRA LOS FANTASMAS DE SUS
CARENCIAS EMOCIONALES.
Pero tenemos, todos y todas, un serio problema: CALLAMOS;
MIRAMOS PARA OTRO LADO; HACEMOS COMO QUE NO VEMOS, NO
ESCUCHAMOS… NO VAYA A SER QUE SE VEA COMPROMETIDA NUESTRA
CÓMODA EXISTENCIA. DEJAMOS HACER PORQUE “…COMO NO VA
NOSOTROS…”. Hasta que va …
Nuestras barriadas, al menos las marginales, las que no son
“centro”, están tomadas por grupos que ejercen su status a
base de miedo, descaro y amenazas. El ciudadano “medio
normal”, respetuoso a las leyes y al prójimo, intenta creer
en el amparo de la ley y en la protección de las fuerzas de
orden público… Pero ¡ay, amigo, cuando te topas con la cruda
realidad… Qué solo estás…! Te dirigen de un lugar a otro con
múltiples y educadas disertaciones sobre “distribución de
competencias, derecho a la privacidad, presunciones de
inocencias, yo sólo recojo llamadas, a esta hora no se
recogen animales y màs si no están muertos, muertos...”,
muchos funcionarios te comprenden, te escuchan, te
aconsejan... pero también te avisan: “Esto es para nada...
Otro expediente a la papelera”.
Dentro de unos días, para la mayoría, esto se habrá
olvidado. Una noticia de verano más. Habrá que hablar sobre
el éxito de la Feria de Día, del fiasco de la organización
de la OPE, de los pobres inmigrantes que cruzan el Estrecho,
de la vuelta al cole, del precio de los libros, de...
(quizá, con suerte, hasta de la crueldad de un pueblo
bárbaro que celebra el alanceamiento del toro de la vega en
Tordesillas; quién sabe)
Los de siempre, los miembros, amigos y simpatizantes de la
Protectora de Animales volveremos a nuestra lucha diaria de
intentar salvar por lo menos a uno, de encontrar un hogar a
otro, de mantener lo mejor que podamos a tantos otros que
viven en la calle, de concienciar en el respeto a todo lo
que tiene vida: animales, plantas, mares… Pero Blanquito y
el Gato Negro (y la pobre pavana) ya no estarán. Habrá
otros, no hay duda. También estarán ellos, los “malos”, los
que no tienen conciencia… La pregunta es: “¿QUÉ HACEMOS
(desde el respeto a la ley, por supuesto, que a nosotros nos
pillarían en un mal gesto) LOS QUE NOS CREEMOS CIVILIZADOS
PARA MINIMIZAR LOS ATAQUES DE LOS VIOLENTOS?
¿NOS CONFORMAMOS SÓLO CON DARLE AL “ME GUSTA” EN FACEBOOK
(como diría Carlos Rodríguez, el Director del Programa “Como
el perro y el gato”)
BASTA ECHAR UN VISTAZO A NUESTRO MUNDO PARA DAR
RESPUESTAS... PARA SENTIR DÓNDE PODEMOS ACTUAR Y
COMPROMETERNOS.
Dedico estas líneas a Juan Tuset, el alma de la gatera, que
lleva media vida enfrentándose a situaciones aún peor que
éstas y luchando por superar la indignación, la impotencia,
la soledad y la incomprensión de su propio pueblo.
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