Es lo primero que veo en la prensa
local, nada más llegar a Ceuta cuando, todavía, quedan tres
semanas del caluroso verano de 2013.
Y lo que más me sorprende, de todos estos “viajes” no sé si
forzados o buscando la aventura del norte, es que ahora ya
las últimas pateras que han llegado en el último mes han
sido pateras a motor, no aquellas que, de milagro, salían
desde cualquiera de las playas y más milagro era que
pudieran soportar los golpes del mar, desde sus territorios
hasta donde se les encontraba al lado de nuestras tierras.
Una nueva entrada masiva de inmigrantes procedentes de
territorios subsaharianos, pero ¿De qué territorios?.
Es lo primero que tenemos que preguntarnos, además de
¿Siguiendo qué rutas?.
Son dos preguntas necesarias y que nos pueden marcar el cómo
o el por qué de todo esto que, cada día, se hace más pesado
para poder sufragar los costes que acarrea.
La última llegada se lleva a cabo como parece que se llevan
a cabo las de los días 24 del pasado agosto o del 6 del
mismo mes.
¿Venían estos últimos por alguna “operación llamada”, tras
la llegada, dentro de lo que cabe, con bien, de los
anteriores?.
Casi cien inmigrantes, en tres remesas, a lo largo del mes,
en grupos de 26, 39 y 33, en medios de transporte de mayores
dimensiones que los que se habían venido utilizando.
Y, naturalmente, con estas llegadas, un trabajo especial,
complicado pero muy bien llevado a cabo por componentes de
la embarcación de Salvamento Marítimo.
Y Ceuta, como en docenas y docenas de ocasiones, desde hace
una veintena de años, ha tenido que acoger a otros 33
inmigrantes, con lo que se da el hecho de que es la segunda
vez que, en tan sólo, una semana llegan a Ceuta dos
embarcaciones con más de una treintena de gentes buscando un
lugar “al sol” mejor del que se les ha proporcionado en sus
propias tierras, fueran de nacimiento o simplemente de
adopción.
Y si no fuera porque estamos tocando un tema muy en serio y
no de simple broma, hubiéramos dicho que estas últimas
llegadas van más a tono con los adelantos de cada día, al
haber superado las pequeñas barcas hinchables, casi como si
fueran de juguete, con remos de madera, para usar unas
lanchas a motor, con potentes motores, mucho más grandes y,
por consiguiente, más seguras, en todos los sentidos.
Visto lo visto, si antes las llegadas eran muy frecuentes, a
partir de ahora lo pueden ser mucho más, especialmente
cuando en sus tierras de origen sepan que con este nuevo
material llegan mejor y casi sin correr peligro su propia
salud, o corriendo, al menos, mucho menos peligro.
El mes de septiembre, todavía lejano de los grandes
temporales de casi todos los años, no debemos descartar que
tengamos más llegadas de inmigrantes y ahora la pregunta que
se podrá hacer puede ser esta ¿En qué tipo de embarcaciones
llegarán, si es que vienen, esos otros posibles
inmigrantes?. Esperemos a que pasen algunos días, pero el
asunto este de la inmigración es algo que parece que no se
corta, al haber ciertas trabas para el freno total de este
fenómeno.
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