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OPINIÓN - LUNES, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Aversión hacia el club
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En la temporada 75-76, Antonio Seguí, presidente del Mallorca, me pidió que lo acompañara a la sede de la Federación Española de Fútbol, situada en la calle de Alberto Bosch, porque iba a ser recibido por Pablo Porta. De quien todos conocíamos su actividad falangista y, sobre todo, su dedicación al deporte durante su vida cual universitario. Jugó al fútbol, al rugby y fue boxeador aficionado de lo pesos semipesados.

Cuando nos pasaron a su despacho, descubrí a un tipo corpulento, ya metido en kilos y que miraba de manera que uno tenía que pensar en si era mejor empezar la conversación preguntando o dejar que él llevara la voz cantante. Que fue lo que hizo Antonio Seguí, quien, como de tonto tenía nada y menos, lo obsequió con un recuerdo y dio a entender que pasaba palabra.

Tras ligeros carraspeos, los saludos de rigor, y amagos de poner en orden algunos papeles de los que estaban sobre su mesa, don Pablo se dirigió al presidente del mallorqueta: “Vamos a ver, Antonio, usted quiere saber, además de otras cuestiones, cómo será la nueva categoría de nuestro fútbol que se ha aprobado para que comience en la temporada 76-77. Así que le voy a responder lo que yo creo al respecto. Pero que, indudablemente, no tengo por qué hacerlo público. Por cuestiones obvias”.

-La nueva categoría, continuó hablando PP, nació de una idea de los técnicos de la Federación, con el fin de que existiera un colchón muelle entre la Primera División y la Tercera. A fin de que los equipos que en dos temporadas se veían abocados a sufrir dos descensos consecutivos no cayeran en el pozo de esa tercera. Así como también sostén de clubs con solera. Era, por consiguiente, la Segunda División B una división hecha a la medida de equipos como Mallorca, Cádiz, Tarragona, Elche, Ceuta, Jerez, etcétera. Pero a esa primera idea se han opuesto todas las autoridades y directivos de equipos de pueblos que no tienen ni medios ni instalaciones para militar en ella. Es decir, que todos quieren ser parte principalísima del proyecto. Incluso hasta las pedanías. De modo que me va a permitir que le diga que el invento nace muerto.

Todos los pueblos de España, desde nuestra posguerra, quisieron participar futbolísticamente en todos los campeonatos que se celebraban. Y todos los ayuntamientos hicieron lo indecible porque el nombre de su pueblo fuera mencionado todos los domingos en las emisiones deportivas. Amén de que servía como entretenimiento para quienes habían sufrido lo indecible en lances terribles de nuestra guerra. Durante los encuentros, además, los aficionados solían darle rienda suelta a sus desdichas, siempre, claro está, mediante el rígido control de la Guardia Civil.

Ceuta ha vivido muchos años, innumerables años, siendo conocida por tener equipos de fútbol muy competitivos. Aquí, además, los jugadores venían convencidos de que se cobraba bien y a su debido tiempo. Con lo cual se creó una reputación futbolística que, a su vez, le venía que ni pintiparada a la ciudad.

La ciudad, de no haber sido porque hay un dirigente amante del fútbol, cuyo nombre me reservo, habría perdido ya la oportunidad de tener un equipo militando en categoría nacional. Pero éste, el dirigente al cual me refiero, ha sido capaz de luchar denodadamente porque Ceuta tuviera representación en Tercera División. El equipo ha principiado la competición ganando los dos primeros partidos. Albricias, pues. Y lección para el gobernante que siente aversión hacia el club.
 

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