La Policía Nacional recibió ayer una denuncia por
maltrato animal, un delito tipificado en el Código penal.
Además, el caso denunciado, la muerte a tiros de dos gatos
en la calle Alfonso VIII, de Pedro Lamata, tiene el
agravante de tratarse de disparos con arma de fuego
realizados en pleno núcleo urbano, con el peligro que ello
representa también para los vecinos. Y no es la primera vez
que ocurre, lamentan.
Vecinos de Pedro Lamata han denunciado ante el Cuerpo
Nacional de Policía (CNP) la muerte a tiros en plena calle
de dos gatos que vivían en esa barriada. ‘Blanquito’, un un
gato castrado, desparasitado y sano que estaba al cuidado de
una de las denunciantes, y otro gato de la zona presentan
impactos que “no son de perdigones”, sino de un arma de
mayor calibre, lamentaba la mujer, que junto a otros
residentes oyó tres detonaciones pero no pudo llegar a
tiempo sino de ver morir al animal. Eran las 11.50 horas y
además el autor de estos hechos “debió disparar también al
aire, porque hirió a una pavana”, explica indignada esta
vecina, voluntaria de la Asociación Protectora de Animales.
Este tipo de hechos, recuerda la afectada, están tipificados
como delito de maltrato animal. El Artículo 337 del Código
Penal establece que “el que por cualquier medio o
procedimiento maltrate injustificadamente a un animal
doméstico o amansado, causándole la muerte o lesiones que
menoscaben gravemente su salud, será castigado con la pena
de tres meses a un año de prisión e inhabilitación especial
de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o
comercio que tenga relación con los animales”.
Los vecinos denuncian asimismo el riesgo que para la
seguridad de las personas representan acciones como la
ocurrida en este barrio, donde no es la primera vez que se
utiliza un arma de fuego contra los animales. ‘Blanquito’
apareció hace poco con una herida de arma de fuego en la
pata de la que se estaba recuperando cuando le mataron.
La Protectora de Ceuta viene reclamando desde hace años al
Gobierno de la Ciudad Autónoma, competente en la materia,
una política de castración de gatos callejeros, similar a la
que existe en muchas ciudades españolas. “Está demostrado
que es mejor para los animales y para las personas, porque
reduce el número de gatos callejeros y por supuesto, de
cachorros, y mantiene sanas las colonias”, destaca esta
voluntaria. Los gatos realizan además un control sobre
plagas de ratas e insectos. “Hay gente que no asume que
existe una fauna urbana y que tiene el mismo derecho que
nosotros a vivir en las ciudades”, lamenta.
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