Me molesta que se me llame para
contarme algo que puede merecer mi interés de escribidor a
la vez que quien lo hace me pide encarecidamente que su
nombre no salga a relucir. Así se lo hago saber a mi
interlocutor. Aunque entiendo que esté en su perfecto
derecho de protegerse de quien podría pasarle factura por
hacer de correveidile.
En fin, que uno termina aceptando las reglas del juego
impuesta por un tipo que es tan zumbón como buen recadero de
asuntos políticos por estar situado en puesto preferente. Es
decir, muy cerca de donde le conviene ser todo oídos. Pues,
como bien dice él, cuando se siente a gusto, tener
conocimiento es tener poder.
La persona con la que dialogo, durante un tiempo prudencial,
no se ha ganado todavía el derecho a pertenecer al gremio de
los troleros. Al menos, a mí no me ha engañado nunca. Hasta
ahora. Y no creo que en esta ocasión vaya a pecar de
mentiroso.
Comienza diciéndome, como siempre que nos vemos o charlamos
por medio del teléfono, que me sigue leyendo con la misma
devoción de siempre. Y a mí se me ocurre responderle que
cada día encajo peor los halagos. Pero que muchas gracias
por el cumplido…, y que al grano.
-Verás, Manolo, tú has venido escribiendo que
Mabel Deu había caído en desgracia ante nuestro alcalde.
Y llevabas razón. Tanta como para darte cuenta de que podía
estar ya sentenciada el día en el cual estuviste hablando
con ella, ante la presencia del Delegado del Gobierno, en un
cementerio de la ciudad. Y acertaste. Lo único que
esperabas, porque te conozco muy bien, es que MD fuera
puesta en la picota, una vez más, por parte del encargado de
sambenitar a los gobernantes populares, a los que nuestro
alcalde les pone la cruz. Y así ha ocurrido. La cruz que
nuestro alcalde, como a ti te agrada dirigirte a él, le ha
puesto a la consejera de Educación, Cultura y Mujer ha sido
la del ‘caso Arasti Barca’. Y, como siempre, el encargado de
vestirla con el sambenito ha sido el primer dirigente de
Caballas. El que verdaderamente manda en esa coalición y que
ejerce de asesor principal de Vivas.
-Bien, y ¿qué…? -le pregunto a mi confidente.
-Pues que, amén de que Mabel Deu se verá asediada para que
dimita, si se resiste, puede que empiecen a sacarle los
colores por su amistad con la empresa que dirige Miguel
Arasti. Y, peor aún, que mezclen los chivos con las
cabras. O sea, que la incluyan también en la forma de
comportarse que se le achaca a otro compañero de partido y
gobierno, hasta hace nada, un tal Blasco. Ese
personaje que, como tú bien sabes, no se cortaba lo más
mínimo en decir que él se bastaba y se sobraba para poner en
su sitio a ‘El Pueblo de Ceuta’.
-Bien, te diré que yo hace ya bastante tiempo que me olvidé
del tal Blasco. Y que me importa un bledo si Miguel Arasti,
parte importante de ‘Arasti Barca’, decide en un momento
determinado irse de la lengua sobre lo que todos sabemos que
suele ocurrir en esta vida cuando empresarios y políticos se
profesan afectos mutuos e interesados. Aunque no creo que MA
sea capaz de adentrarse por tales derroteros. Ahora bien,
tengo dicho que Deu me merece todos los respetos habidos y
por haber. Que no es lo mismo que decir que pongo la mano en
el fuego por ella. Porque no suelo hacerlo por nadie. En lo
tocante a la labor de Aróstegui, como inquisidor
público, a las órdenes de nuestro alcalde, no deja de ser
una encomienda desagradable.
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