Cuando el verano declina, a pasos
agigantados, uno se percata de cómo la cantidad de parados
que tenemos en España, apenas han dicho esta boca es mía.
Los parados de cuarenta años para arriba son tantos que el
día en el cual decidan dar un paso al frente no habrá manera
de distraerlos con casos como el de Bárcenas, la
suplencia de Casillas o convertir a Fabián Picardo,
primer ministro de Gibraltar, en ese demonio con rabo al que
echarle la culpa de todo lo malo que acontece en una
Andalucía donde los populares se lamentan de que Javier
Arenas tenga todas las papeletas para pagar con creces
cuanto ha sucedido con Luis ‘El Cabrón’.
En Andalucía, por ejemplo, José Antonio Griñán ha
cantado la gallina y ha renunciado a la presidencia de la
Junta por culpa de los Eres, pero ha conseguido fabricarse
una coraza a la medida para que la más que posible
imputación de la juez, Mercedes Alaya, no le afecte
lo más mínimo. Listo que es el tío que no se ha cansado de
recomendar París, 1919, como el libro de cabecera que tienen
que tener todos los políticos.
Andalucía, la región más grande de España, rebosante de sol,
de alegría y de parados, ha situado una estrella andaluza en
Madrid, para enseñarles a todos los españoles cómo, en
tiempos de crisis, lo mejor que pueden hacer es ponerse a
las órdenes de Toñi Moreno. La Moreno, tras
atiborrarse de éxito en Canal Sur Televisión, con un
programa de ayuda a los pobres, ha pasado a formar parte de
TVE como antes los flamencos pasaban de la venta local a los
Canasteros.
La llegada de Toñi Moreno a Madrid con su espectáculo,
titulado “Entre Todos”, ha levantado una enorme expectación
en el foro. Ha sido acogida tan bien como lo eran, en los
tiempos del cuplé, aquellas reinas de la canción española
que se presentaban en el Calderón y acababan con todo el
papel durante meses. Lo de Toñi Moreno es para quitarse el
sombrero: la estrella andaluza de la pordiosería ha
conseguido levantar en armas a los dirigentes de Canal Sur
que consideran que “Entre Todos” es un plagio de “Tiene
Arreglo”. Espectáculo que conseguía una gran audiencia,
recreándose todos los días en varios casos de tragedias
ajenas para poder llorar a gustito y a moco tendido. Un
dramón en toda regla. Con más tirón que las novelas radiadas
de nuestra posguerra.
Toñi Moreno es otro producto de la televisión andaluza que
se ha ido a los madriles para hacerse la fina hablando.
Dicen de ella los que no la pueden ver ni en pintura. Aunque
también podrían reconocer que la muchacha ha llegado a la
capital del reino tras triunfar clamorosamente en su tierra.
En su tierra, la mía también, gustan muchos los programas
lacrimosos. Máxime en los tiempos que corren. Porque de esa
manera, viendo que hay gente que lo está pasando peor que
uno, se siente un no sé qué de alivio que, unido a un
momento de ternura, no deja de ser estimulante.
Yo que soy muy poco dado a ver televisión y, mucho menos
programas de semejante corte, debo decir que he visto el de
Toñi Moreno, “Entre Todos”, en Canal Sur, cada quince días,
en una barbería del Paseo de las Palmeras. Porque coincidía
con mi horario de rasurarme la cabeza. Y a fe que puedo
decir de ella que habla un andaluz perfecto. Una forma de
expresarse a la que Pemán le hubiera dado matricula de
honor. Otra cosa es que vender la miseria sea de muy mal
gusto. Ya sea en Andalucía. En Madrid o en la Conchinchina.
O sea, donde el viento da la vuelta.
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