Es algo que cada vez va más unido
y es complicado poderlo separar, por mucho que ciertas
autoridades se lo propongan.
Hace muy pocas horas me daba una vuelta por la Plaza de
España de mi pueblo y aunque los equipos de limpieza estaban
haciendo lo posible y lo imposible por dejar aquello limpio,
los restos de bolsas de plástico, de botellas de Coca Cola y
de varios tipos de licores y otros más siguen dando pruebas
de que la noche ha sido larga y que la juventud,
especialmente ésta, ha aprovechado al máximo, yo diría que
hasta la salida del sol, si es que no más.
Ahora parece que han cambiado las costumbres y se duerme por
el día, mientras que la noche se vive plenamente, por parte
de muchos jóvenes.
Romper con el botellón, especialmente durante las fiestas y
muchos fines de semana, se presenta cada vez más complicado
y muy especialmente porque las costumbres han variado
durante los últimos años, pero no hay que olvidar que los
elevados precios en los bares, además de la más que dudosa
calidad en muchos de ellos y los pocos recursos de la mayor
parte de los jóvenes han hecho que con lo que les iba a
costar una consumición a cada uno son capaces de tomarse
cuatro en su fiesta del botellón, al haberse comprado los
productos en cualquier tienda y habérselo montado ellos
mismos.
Esto, que a nadie se le olvide, implica que se va aumentando
la consumición de alcohol, incluso con el poco dinero que,
en estos momentos, puede manejar cualquier joven.
No me agrada eso del prohibir por prohibir, pero si no se
controlan los precios y las calidades en determinados
establecimientos, los jóvenes, especialmente ellos, entrarán
menos a esos establecimientos, pero van a ir bebiendo cada
día más.
Y a esto hay que unir otro hecho y es que en cualquier tipo
de tienda se pueden adquirir todas las variedades que se
quieran de diversas marcas de alcohol, sin que haya
demasiados problemas para ello.
Es lo que hay ahora mismo y no es que se dé en este lugar o
en otro, es que se ha extendido de tal forma esta moda del
botellón que casi forma parte de lo que son las fiestas, muy
especialmente en el verano.
He hablado de que había restos de ese botellón en mi mismo
pueblo, pero eso mismo se viene dando por todas las
latitudes de nuestra geografía y que nadie lo achaque a
forasteros, que es a lo que se recurre con demasiada
frecuencia.
Esto lo llevan a cabo jóvenes, desde edades muy tempranas,
aunque también hay otros “más veteranos”, con más años que
los simples jovenzuelos y que se suman a esto, con lo que el
botellón, ahora mismo, empieza a ser una de las partes
básicas de los programas festivos y casi lo único que falta
es que el botellón se anuncie, también, en los libros de
fiestas de cada una de las poblaciones cuando llegan dichas
fiestas.
He dicho y lo repito que no me gusta la prohibición por la
prohibición, pero si no hay serios controles, también, en la
cuestión del alcohol, nos podemos encontrar, no tardando
mucho, con que un elevado número de habitantes de este país
han entrado en la zona de adictos a la bebida y no de agua,
precisamente. Son los tiempos, me puede decir alguien, pero
unos tiempos en los que nada positivo están defendiendo.
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