Todavía, durante una semana larga,
para muchos, en casi todas las profesiones, sigue el período
de las vacaciones.
Sin embargo, hay que recordarlo, son los días finales y tras
ellos llega lo que podríamos considerar la resaca de estos
días, en los que se cambió el ritmo de vida, el rumbo de
todo el año y las formas de vivir diarias.
Las vacaciones son necesarias, yo diría que casi
imprescindibles, por mucho que en generaciones pasadas
fueran un lujo para algunos y algo prohibitivo para la
mayoría.
Pero tras esos días de costumbres y actuaciones diferentes,
llegan los ajustes para la vida ordinaria, la normal, la de
siempre, con lo que cada uno y en esos ajustes lo primero
con lo que se encuentra, especialmente los matrimonios más
jóvenes y con hijos, es con que hay que ir preparando todo
lo necesario para el comienzo del nuevo curso de los niños,
libros, uniformes y todo lo que vayan a necesitar.
En estas circunstancias se encuentran con que los ahorros se
han evaporado con las vacaciones y los gastos de estos días
se multiplican respecto a los de meses pasados.
Es un poco el volver a empezar para los padres y para muchos
de los hijos al tener que dar cuenta de lo que no terminaron
en el mes de junio. Es la resaca de las vacaciones, para los
padres y para los hijos.
Decíamos en nuestra última columna que estos eran días de
muchos calores, no a tono con lo que suele darse, al menos
en ciertos lugares del país, en estos días de agosto, ya
pasado el día 15, por ejemplo. El tiempo, pues, podía variar
de unos años a otros. Lo demás que hemos citado sigue el
rumbo que viene dándose año tras año, con recuperaciones de
asignaturas pendientes y con los gastos extras de los padres
para empezar el nuevo curso.
En repetidas ocasiones hemos oído a ciertos sectores que
sería muy conveniente que se dieran más facilidades
económicas para circunstancias de este tipo. No me gusta el
“gratis total”, lo he dicho y lo volveré a decir, pero
llegados estos momentos, cuando los desequilibrios, por
cuestión del paro y de otras situaciones, se me escapa que
es lo que sería mejor, partiendo de que el asunto de las
vacaciones debe ser intocable, o eso parece ahora.
Son muchas las dudas que, ahora mismo, se nos acumulan, al
tocar estos terrenos y esas dudas nos vienen porque el
sistema que hemos vivido, el estado del bienestar, ha traído
una forma de vida que el hombre se ha ido ganando poco a
poco y que ahora, por aquello del cambio en la marcha
económica, podría girar en 180 grados y volver, no a lo de
hace cincuenta años, sino a unas situaciones que no parece
que fueran lo más potables para las generaciones venideras.
Es lo que aporta el final de agosto, lo que hay que afrontar
en el mes de septiembre y es lo que, con más o menos dureza,
nos encontramos en un porcentaje muy elevado de la población
de hoy.
Final de vacaciones, su resaca, nueva ruta, la misma que
hemos venido siguiendo en los meses anteriores y el esfuerzo
que se necesita, especialmente ahora al comienzo de
septiembre, para poder ponerse a tono y seguir la ruta que
habíamos llevado en los meses precedentes.
|