He tenido unos dias de asueto
porque, entre tanta calor y tantos trajines que suponen un
poco de todo y mucho de nada, me sentaba aqui en el
ordenador, o bien delante del televisor y no sabía donde
concentrarme.
Dicen que esto de las redes sociales es una ventana al
mundo, cuando están en casa con la puerta cerrada, los
visillos echados y la persiana medio abierta, y si no
controlas bien la palabrería y eso de pensar en voz alta, al
final es más peligroso que un mono con pistolas..
Mi padre siempre decía que todo en exceso es malo, los
extremismos es más peligroso y que ante cualquier cosa o
asunto que no se corte... al final se convierte en una
enfermedad. Y en la fábula del rabo del perro mi padre era
un sabio, decía que si metias el rabo de un pastor alemán,
tres meses en un tubo ... cuando lo sacaras el rabo se ponía
todo tieso otra vez.
Estas cuestiones las iba rumiando en la orilla de la Ribera,
como se ha notado la crisis este año , plasmada en la arena,
antes la Feria absorbia toda la euforia en ocio y tiempo
libre, así que un amanecer de chocolate y churros, no daba
para más cuerpo que dormir, y no aparecer por la playa en
toda una semana, y este año la playa estaba repleta y no
había sombrillas.
En unos lances de melancolía , unas lagrimas surcaban por
mis mejillas y me las tapaba con las gafas de sol , entre el
silencio espeso que me traía unas brisas y aromas levanteros,
ví pasar una familia pero todos varones, y parecía como una
generación andando por la orilla, delante, un señor mayor
sobre la plenitud de la jubilación, acompañado de un hombre
en los master mas de cuarenta, y detrás cuatro zagales que
rondaban los cinco años, casi uniformados, con sus chanclas,
el gorrillo y derramando un helado en sus charlas y
fantasías.
Si ya de por si me sentía como ensimismado en los
pensamientos infinitos que rozaban el desconcierto y el
lamento, aquello me dió una inspiración para rematar el
artículo, y le metía al pasaje andarín de aquella familia un
recuerdo de treinta años.
De ahí en adelante si alguna vez volviera , sería que el
abuelo ya se habría ido posiblemente y si no , estaría en
casa en su butaca o aparcado como un garaje del asilo, el
master sería ya el abuelo protestón y los churumbeles ya
camino de los cuarenta, traerían su prole a juguetear entre
la arena, y ahí me entró un sentimiento impreso en mi
memoria.
Y yo si tengo porque los tuve, esos recuerdos de chiquillo,
con el fondo de Agosto, la merienda de mi cumpleaños, la
Feria de protagonista, y por testigo la playa de la Ribera,
y quienes fueron, pues los primos de Madrid, los que siempre
compartieron con nosotros aquellos días que nos adelantaba
el Virgen de Africa o el Chumbo, anclado en el Muelle
España.
Si alguna vez volvieramos a encontrarnos, el sentimiento y
la emoción brotaría a raudales porque impreso va en nuestros
corazones, así que más vale lo malo conocido , que lo bueno
por conocer, porque a algunos les das la mano, se llevan el
brazo, te muerden el hombro y como nunca los vimos por la
playa, es que eran y son unos marcianos.
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