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cultura - JUEVES, 8 DE AGOSTO DE 2013


Consuelo Hernández. cedida.

ENTREVISTA / CONSUELO HERNÁNDEZ
 

«Tenemos la esperanza de que este centenario suponga no la caída del Teatro Cervantes sino su resurrección»

Consuelo Hernández es coautora de ‘Un escenario en ruinas’, un llamamiento artístico literario cuyo objetivo es que las imágenes y textos del libro sirvan “como cimientos para una deseada reconstrucción” de este espacio de Tánger
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Consuelo Hernández es, junto a Santiago Martín, Mezouar El Idrissi y Jesús Carazo, coautora de ‘Un escenario en ruinas’. La profesora explica que se trata, más que de un libro, de una “creación artístico-literaria” que comprende el relato ‘De la rosa al crisantemo’, la antología poética ‘Habitando la noche’, la obra de teatro ‘Último verano en el paraíso’, pinturas, dibujos y reproducciones. Un llamamiento para que este espacio, icono del esplendor de Tánger durante el Protectorado, pueda recuperarse y resurgir de las ruinas en las que está inmerso. Para adquirir este libro, que cuesta 22 euros, deben ponerse en contacto en la siguiente dirección de correo, en la que obtendrán la información necesaria: libroteatro2013@hotmail.es

Pregunta.- ¿Qué es ‘Un escenario en ruinas’?


Respuesta.- Es un homenaje al Gran Teatro Cervantes de Tánger, que este año cumple cien años. Con la intención, además, de dejar constancia a lo largo de sus páginas del estado de abandono en que se encuentra el edificio desde hace ya muchos años. Nuestro objetivo es que las imágenes y textos de este libro sirvan, simbólicamente, como cimientos para una deseada reconstrucción del teatro. De este modo podríamos imaginar un escenario flamante en el que tuviera lugar un recital de poesía, una representación de una obra de teatro o el pase de una película basada en ese hermoso relato escrito para el libro.

P.- ¿Cómo resumiría la historia de este teatro?

R.- La historia de la construcción del Teatro y de su evolución y abandono es uno de los temas del relato ‘De la rosa al crisantemo’. Sugiero su lectura que, casi con seguridad, cautivará a más de un lector. Pero si he de destacar algo a lo largo de la historia del Teatro es el fuerte contraste entre el esplendor que tuvo durante los primeros 30 años de su existencia y el tremendo abandono a partir de los años 70. Siempre, cuando se habla del Cervantes, surge la misma pregunta: ¿cómo es posible que un más que representativo centro de la cultura y patrimonio histórico de tanta significación se haya abandonado?

P.- ¿Cómo ha sido escribirlo y coordinarlo a ocho manos?

R.- Ha sido bastante fácil, aunque haya sido necesario invertir muchas horas. Fácil en cuanto a que los cuatro autores hemos partido de nuestras vivencias tangerinas y de una gran ilusión y esperanza. Así, es bastante sencillo dedicar, sin regateos, el tiempo necesario para que un proyecto llegue a buen puerto. La coordinación la he llevado a cabo a través de mails de ida y vuelta puesto que los cuatro vivimos en ciudades diferentes. Quizás haya sido este el aspecto que ha supuesto una mayor inversión de horas, pero se ha compensado con la coincidencia plena en el proyecto y la máxima disposición. Cuando las cosas se hacen con ilusión y con el rigor profesional que ha caracterizado a cada autor, todo marcha sobre ruedas.

P.- ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

R.- Un escenario en ruinas es un libro de creación; por lo tanto, hemos partido de las vivencias que tuvimos durante nuestra estancia en Tánger, de la realidad como base de inspiración, Pero han sido la imaginación y el conocimiento de la técnica, como escritores o como pintora, como hemos creado estas obras. Han sido cinco meses de trabajo en cuanto a coordinación de autores, organización, reproducción, modificaciones, maquetación, etcétera. Muchas de las obras que aparecen en él, como mis pinturas realizadas en Tánger, se crearon a lo largo de los años.

P.- Cien años del teatro Cervantes de Tánger, ¿qué supuso?

R.- 2013 es el año en que se cumple el centenario del Teatro, que se inauguró el 12 de diciembre de 1913. Tenemos la esperanza de que este cumpleaños tan especial suponga no la caída en picado del edificio hasta la ruina total sino más bien su resurrección.

P.- ¿Qué significaron para Tánger y España los años de Protectorado?

R.- Fueron años irrepetibles para una ciudad, Tánger, que se rigió durante aquel paréntesis histórico por representantes de varias administraciones internacionales: marroquí, española, francesa, inglesa, italiana, hebrea, y, en menor medida: belga, holandés, portugués y estadounidense; en definitiva, un pequeño país que vivió su máximo esplendor.

P.- ¿Qué figuras han pasado por las tablas del Cervantes?

R.- En la obra de Alberto España titulada ‘La pequeña historia de Tánger’ se hace una estupenda descripción de la inauguración del Teatro. Por su escenario pasaron los tenores Baldovi y Enrico Caruso; los cantantes españoles Luis Mariano y Marifé de Triana; los actores Enrique Guitart y Ricardo Calvo; las actrices Rosario Pino, María Guerrero, Margarita Xirgu; la cantante, bailaora y actriz Pastora Imperio, el ballet de Pilar López, el bailarín Antonio Gades. Lola Flores, Pepe Marchena, Juanita Reina, Juanito Valderrama, Antonio Machín, Estrellita Castro, Carmen Sevilla, Imperio Argentina... Las compañías de teatro de José Tamayo y La Barraca, de Federico García Lorca; el grupo El Hilal, el grupo Saladín, de Najib Hadded; la cantante y cupletista Raquel Meller,. Espectáculos como La comédie française, el ballet de la ópera de París, Maurice Chevalier... Y un largo etcétera de grandes figuras internacionales de la época.

P.- ¿Qué soluciones habría para recuperar ese teatro en ruinas?

R.- La solución pasa por un firme acuerdo de restauración entre las autoridades españolas y marroquíes puesto que el teatro es propiedad española, donado al Estado español por parte de su promotor y constructor, Manuel Peña, con el fin de que se dispusieran los medios para su conservación y mantenimiento, lo cual no ha sucedido. Desde hace años el Estado español lo tiene en régimen de alquiler simbólico a Marruecos. Si existiera la intención de su restauración por ambas partes, ya se habría llegado a un acuerdo. Cuando uno entra en las ruinas de ese espacio, es como si se trasladara a otro mundo. Situarse en su interior es trasladarse a un mundo semionírico, como de pesadillas. Sus espacios, sus pinturas, su escenario, reducido a ruinas. En medio de un caos de escombros, de restos de butacas, de polvo, de insectos, pueden entreverse pequeños fragmentos de lo que fue, frescos, azulejos, barandas de hierro... Las sensaciones de hundimiento, de dolor, de profundo desasosiego, de tristeza, se unen al pensamiento de cómo el tiempo ha ido devorando el brillo y el esplendor del pasado. Cuando comencé a dibujar en papel el recuerdo de esta ruina, sólo pude finalizar un trabajo que he titulado ‘Gran Teatro Cervantes. Ruina interior’. Consciente e inconscientemente no puedo aceptar la idea de que esta ruina siga su curso.

P.- ¿De dónde viene su interés por el Cervantes?

R.- Nada más llegar a Tánger, descubrí el Cervantes y me sentí profundamente tocada por ese majestuoso edificio situado en medio de un entorno sumido en el abandono. El enamoramiento no tiene muchas veces razón de ser; nos enamoramos porque sí, sin ninguna razón aparente; quizás fue una especie de toque mágico. Luego, tras numerosas visitas y paseos por el entorno, decidí pintarlo; era el año 2001 y el Cervantes ha continuado siendo tema de mis pinturas o dibujos. Simplemente me he dejado llevar por la pasión de dejarlo pintado o dibujado antes de que pudiera convertirse en ruina total. Proceso que ha concluido finalmente en la publicación de este libro. ¿Magia? ¿Pasión? ¿Amor?, ¿Tristeza? ¿Nostalgia? ¿Rabia?, Creo que ha habido de todo un poco. Yo llegué a Tánger en septiembre de 1997, como catedrática de Lengua y Literatura del instituto español Severo Ochoa, y, como ha sido habitual a lo largo de mi vida, con mi caballete y las pinturas al hombro. Puedo afirmar claramente y con gran orgullo que en Tánger tengo raíces desde hace tiempo. Conservo, aun en la distancia, grandes amigos allí. Y, en la medida en que puedo, deseo corresponder a su acogida, a su afecto. Durante los años de mi estancia en Tánger me sentí querida e incluso mimada. Desde el principio hubo mucha química entre Tánger, los tangerinos y yo.
 

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