Consuelo Hernández es, junto a Santiago Martín, Mezouar
El Idrissi y Jesús Carazo, coautora de ‘Un escenario en
ruinas’. La profesora explica que se trata, más que de un
libro, de una “creación artístico-literaria” que comprende
el relato ‘De la rosa al crisantemo’, la antología poética
‘Habitando la noche’, la obra de teatro ‘Último verano en el
paraíso’, pinturas, dibujos y reproducciones. Un llamamiento
para que este espacio, icono del esplendor de Tánger durante
el Protectorado, pueda recuperarse y resurgir de las ruinas
en las que está inmerso. Para adquirir este libro, que
cuesta 22 euros, deben ponerse en contacto en la siguiente
dirección de correo, en la que obtendrán la información
necesaria: libroteatro2013@hotmail.es
Pregunta.- ¿Qué es ‘Un escenario en ruinas’?
Respuesta.- Es un homenaje al Gran Teatro Cervantes de
Tánger, que este año cumple cien años. Con la intención,
además, de dejar constancia a lo largo de sus páginas del
estado de abandono en que se encuentra el edificio desde
hace ya muchos años. Nuestro objetivo es que las imágenes y
textos de este libro sirvan, simbólicamente, como cimientos
para una deseada reconstrucción del teatro. De este modo
podríamos imaginar un escenario flamante en el que tuviera
lugar un recital de poesía, una representación de una obra
de teatro o el pase de una película basada en ese hermoso
relato escrito para el libro.
P.- ¿Cómo resumiría la historia de este teatro?
R.- La historia de la construcción del Teatro y de su
evolución y abandono es uno de los temas del relato ‘De la
rosa al crisantemo’. Sugiero su lectura que, casi con
seguridad, cautivará a más de un lector. Pero si he de
destacar algo a lo largo de la historia del Teatro es el
fuerte contraste entre el esplendor que tuvo durante los
primeros 30 años de su existencia y el tremendo abandono a
partir de los años 70. Siempre, cuando se habla del
Cervantes, surge la misma pregunta: ¿cómo es posible que un
más que representativo centro de la cultura y patrimonio
histórico de tanta significación se haya abandonado?
P.- ¿Cómo ha sido escribirlo y coordinarlo a ocho manos?
R.- Ha sido bastante fácil, aunque haya sido necesario
invertir muchas horas. Fácil en cuanto a que los cuatro
autores hemos partido de nuestras vivencias tangerinas y de
una gran ilusión y esperanza. Así, es bastante sencillo
dedicar, sin regateos, el tiempo necesario para que un
proyecto llegue a buen puerto. La coordinación la he llevado
a cabo a través de mails de ida y vuelta puesto que los
cuatro vivimos en ciudades diferentes. Quizás haya sido este
el aspecto que ha supuesto una mayor inversión de horas,
pero se ha compensado con la coincidencia plena en el
proyecto y la máxima disposición. Cuando las cosas se hacen
con ilusión y con el rigor profesional que ha caracterizado
a cada autor, todo marcha sobre ruedas.
P.- ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
R.- Un escenario en ruinas es un libro de creación; por lo
tanto, hemos partido de las vivencias que tuvimos durante
nuestra estancia en Tánger, de la realidad como base de
inspiración, Pero han sido la imaginación y el conocimiento
de la técnica, como escritores o como pintora, como hemos
creado estas obras. Han sido cinco meses de trabajo en
cuanto a coordinación de autores, organización,
reproducción, modificaciones, maquetación, etcétera. Muchas
de las obras que aparecen en él, como mis pinturas
realizadas en Tánger, se crearon a lo largo de los años.
P.- Cien años del teatro Cervantes de Tánger, ¿qué
supuso?
R.- 2013 es el año en que se cumple el centenario del
Teatro, que se inauguró el 12 de diciembre de 1913. Tenemos
la esperanza de que este cumpleaños tan especial suponga no
la caída en picado del edificio hasta la ruina total sino
más bien su resurrección.
P.- ¿Qué significaron para Tánger y España los años de
Protectorado?
R.- Fueron años irrepetibles para una ciudad, Tánger, que se
rigió durante aquel paréntesis histórico por representantes
de varias administraciones internacionales: marroquí,
española, francesa, inglesa, italiana, hebrea, y, en menor
medida: belga, holandés, portugués y estadounidense; en
definitiva, un pequeño país que vivió su máximo esplendor.
P.- ¿Qué figuras han pasado por las tablas del Cervantes?
R.- En la obra de Alberto España titulada ‘La pequeña
historia de Tánger’ se hace una estupenda descripción de la
inauguración del Teatro. Por su escenario pasaron los
tenores Baldovi y Enrico Caruso; los cantantes españoles
Luis Mariano y Marifé de Triana; los actores Enrique Guitart
y Ricardo Calvo; las actrices Rosario Pino, María Guerrero,
Margarita Xirgu; la cantante, bailaora y actriz Pastora
Imperio, el ballet de Pilar López, el bailarín Antonio Gades.
Lola Flores, Pepe Marchena, Juanita Reina, Juanito
Valderrama, Antonio Machín, Estrellita Castro, Carmen
Sevilla, Imperio Argentina... Las compañías de teatro de
José Tamayo y La Barraca, de Federico García Lorca; el grupo
El Hilal, el grupo Saladín, de Najib Hadded; la cantante y
cupletista Raquel Meller,. Espectáculos como La comédie
française, el ballet de la ópera de París, Maurice Chevalier...
Y un largo etcétera de grandes figuras internacionales de la
época.
P.- ¿Qué soluciones habría para recuperar ese teatro en
ruinas?
R.- La solución pasa por un firme acuerdo de restauración
entre las autoridades españolas y marroquíes puesto que el
teatro es propiedad española, donado al Estado español por
parte de su promotor y constructor, Manuel Peña, con el fin
de que se dispusieran los medios para su conservación y
mantenimiento, lo cual no ha sucedido. Desde hace años el
Estado español lo tiene en régimen de alquiler simbólico a
Marruecos. Si existiera la intención de su restauración por
ambas partes, ya se habría llegado a un acuerdo. Cuando uno
entra en las ruinas de ese espacio, es como si se trasladara
a otro mundo. Situarse en su interior es trasladarse a un
mundo semionírico, como de pesadillas. Sus espacios, sus
pinturas, su escenario, reducido a ruinas. En medio de un
caos de escombros, de restos de butacas, de polvo, de
insectos, pueden entreverse pequeños fragmentos de lo que
fue, frescos, azulejos, barandas de hierro... Las
sensaciones de hundimiento, de dolor, de profundo
desasosiego, de tristeza, se unen al pensamiento de cómo el
tiempo ha ido devorando el brillo y el esplendor del pasado.
Cuando comencé a dibujar en papel el recuerdo de esta ruina,
sólo pude finalizar un trabajo que he titulado ‘Gran Teatro
Cervantes. Ruina interior’. Consciente e inconscientemente
no puedo aceptar la idea de que esta ruina siga su curso.
P.- ¿De dónde viene su interés por el Cervantes?
R.- Nada más llegar a Tánger, descubrí el Cervantes y me
sentí profundamente tocada por ese majestuoso edificio
situado en medio de un entorno sumido en el abandono. El
enamoramiento no tiene muchas veces razón de ser; nos
enamoramos porque sí, sin ninguna razón aparente; quizás fue
una especie de toque mágico. Luego, tras numerosas visitas y
paseos por el entorno, decidí pintarlo; era el año 2001 y el
Cervantes ha continuado siendo tema de mis pinturas o
dibujos. Simplemente me he dejado llevar por la pasión de
dejarlo pintado o dibujado antes de que pudiera convertirse
en ruina total. Proceso que ha concluido finalmente en la
publicación de este libro. ¿Magia? ¿Pasión? ¿Amor?,
¿Tristeza? ¿Nostalgia? ¿Rabia?, Creo que ha habido de todo
un poco. Yo llegué a Tánger en septiembre de 1997, como
catedrática de Lengua y Literatura del instituto español
Severo Ochoa, y, como ha sido habitual a lo largo de mi
vida, con mi caballete y las pinturas al hombro. Puedo
afirmar claramente y con gran orgullo que en Tánger tengo
raíces desde hace tiempo. Conservo, aun en la distancia,
grandes amigos allí. Y, en la medida en que puedo, deseo
corresponder a su acogida, a su afecto. Durante los años de
mi estancia en Tánger me sentí querida e incluso mimada.
Desde el principio hubo mucha química entre Tánger, los
tangerinos y yo.
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