Son las siete de la mañana y aún no ha amanecido en el
recinto ferial, pero muchos vehículos ya guardan cola para
pasar el control del CNP. Aún les quedará llegar al Puerto y
pasar un segundo filtro de la Guardia Civil antes de
embarcar. Algunos tendrán suerte, otros pasarán la noche en
Ceuta. Pitidos y algún disgusto que se entremezcla con la
detención de inmigrantes. La cifra apuntada por el delegado
fue de 47, pero no todos ellos eran propiamente detenciones
de personas escondidas en camiones y atracciones. Este año,
el CNP no ha instalado su tradicional ‘caseta’ para
solicitar la documentación de los detenidos, sino que los
traslada directamente a la Jefatura Superior de la Policía.
Muchos de ellos eran marroquíes y argelinos que han
trabajado en la feria y que ‘merodeaban’ por la zona, sin
permiso de residencia. La feria ha sido la oportunidad
laboral temporal de muchas personas. Es el caso de Mustafa y
Alí, que han ganado unos euros colaborando en la tómbola ‘El
maño’ y vendiendo cosas por el recinto.
El trasiego se palpa con el sonido de martillos como banda
sonora mezclado con las últimas euforias de los que se han
pasado con el alcohol. Dos horas para desmontar la atracción
‘River’, cinco para el carrusel de caballitos. Casi trece
horas harán falta para el ‘Ratón vacilón’. Un niño juega a
perseguir a una niña, quizás su hermana, mientras los
adultos desmontan y limpian un puesto de feria a marchas
forzadas. Una pelea en el Muelle Alfau resuena. Hacen
equilibrio por una barra, cual funambulistas, unos operarios
que intentan desmontar unos hierros, mientras los de
‘Ximénez’ hacen horas quitándole la luz a la feria. Unas
fiestas que se apagan, entre nieblas, hasta el año próximo.
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