Con una estampa sencilla y profunda, la Virgen de África
volvió a recorrer, en su salida procesional coincidiendo con
el día de su celebración, las calles de Ceuta. Salió del
templo, estrenando el cuerpo de ciriales, para presidir la
misa pontifical y posteriormente recorrer las calles ceutíes
acompañada en todo momento por un gran número de ‘caballas’
que se lanzaron a la calle para poder observar de cerca la
evolución de una procesión con gran tradición en la ciudad.
A las 20.00 horas el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta,
monseñor Rafael Zornoza Boy, presidió con el clero de la
Diócesis la Solemne Misa Pontifical, donde cientos de
ceutíes ya ocupaban los asientos ubicados para la ocasión
por la Ciudad Autónoma. Desde su Santuario, y sin escatimar
ningún esfuerzo, siendo perfecta conocedora de la devoción
que sienten por ella sus hijos caballas, dio comienzo la
procesión que este año incluía alguna que otra novedad.
Con un cuerpo de ciriales totalmente nuevo; un equipo de
capataces nuevo formado por Ricardo Asensio, Ángel Navarro y
Jorge Bernal como contraguías, bajo la dirección de Manuel
Creo Rocha, quien estuvo ayudado por su segundo Mamé
Agustín, y una composición del cortejo distinta a la de
otros años, ya que las hermandades fueron ubicadas cerca del
paso por orden de antigüedad, la Patrona comenzó a recorrer
las calles de su Ceuta después de haber recibido los
primeros elogios en la misa celebrada con anterioridad.
Alrededor de las 21:00 horas, Santa María de África percibió
los primeros aplausos hondos y con sentimiento, los primeros
vivas y los primeros ‘flashes’ dirigidos expresamente a su
figura como única protagonista de la noche caballa.
Se posiciona firme y recta al son de la música, el público
lo percibe y se inicia el habitual enlace de tantos años
entre ciudad y ejército. Una sincronía simbiótica
perfectamente percibida.
La Patrona se desplaza con su primera marcha al fondo
sonando en su nombre que la acompaña. Aumenta la expectación
y el número de personas que se arremolinan en torno a los
diferentes conductos cercanos al cortejo procesional.
Con un largo etcétera de participantes desde las Cofradías
derivadas de la Virgen hasta las de otras imágenes, como el
Consejo de Hermandades o las primeras autoridades civiles y
militares, acompañaron de forma solemne a la procesión para
conducirla por el lateral de su Santuario y seguir
circunvalando a la Plaza de África para tomar la calle
Edrisis y la vertiente por la calle Jáudenes.
Como cada año, los costaleros llevaron a nuestra Patrona con
mucho mimo, andando sobre los pies y al son de las marchas
que la Asociación Cultural Banda de Música Ciudad de Ceuta
entonaba.
Como siempre, desde hace ya quince años, la Virgen de África
procesionó portada por los costaleros, en la calle Jáudenes
volvió a llover, cayendo miles de pétalos de flores, los
cuales fueron acariciando con delicadeza la bella talla de
Nuestra Señora, y donde en cada uno de ellos iba el deseo,
la petición, el cariño y el amor de toda la buena gente de
este pueblo caballa.
La procesión desembocó en su trayectoria a Victori Goñalons,
encarándose Colón, discurriendo por Padilla, para
posteriormente encarar el paseo del Revellín hasta llegar a
la Plaza de la Constitución, donde, como marca la tradición,
se celebró la Salve conmemorativa, una Salve que cada año se
reza con más solemnidad si cabe, mirando hacia el Estrecho.
Una vez terminada dicha salve, se continuó por la avenida
Alcalde Sánchez-Prado y Plaza de África, para posteriormente
dirigirse hasta su Santuario, donde nuestra Patrona se
despidió de todos los ceutíes hasta el año que viene, aunque
todavía hoy el ‘sentimiento caballa’ hacia la Patrona podrá
quedar patente durante la celebración del devoto Besamano.
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