Yo sé y ustedes saben donde están hoy los sueños, los
proyectos, las mil ideas pendientes de este hombre creativo,
rebelde con causa, artista y antes que nada y sobre todo
profundamente bueno. Que es el mejor título que puede
otorgársele a un ser humano, el que pueda decirse de él sin
pestañear que era un hombre bueno y encima sentir en el alma
que con este calificativo se dice la verdad.
Yo tuve el privilegio, durante mis años en Ceuta, de conocer
a personas maravillosas y me haría falta la extensión de
este artículo para enumerarlas. Pero con Carlos Chocrón y su
Fundación, de quienes tanto he escrito en este ‘Pueblo de
Ceuta’, existió siempre un flash espiritual e intelectual.
Nunca olvidaré el día de la presentación de la Fundación
Chocrón-Macías cuando, en torno a la mesa bien repleta tras
el acto, hablamos Guillermo Martínez, ese gran jurista, el
joyero Chocrón y servidora de un sueño mágico: el jardín
botánico de Ceuta. Sesuda charla onírica en la que
resplandeció la idea de un rincón con un parque de
mariposas, una estatua del Principito y otros muchos
destellos luminosos, que plasmé en su día en alguno de mis
escritos, en los que ocupaba un lugar predominante una
pérgola tipo siglo XIX con rosas trepadoras “para celebrar
bodas”.
Como artista, creador y orfebre, el maestro Chocrón amaba la
belleza y deseaba firmemente “enseñar” esa cualidad íntima y
hermosa, de ahí su sueño cumplido de la escuela de joyería,
capaz de despertar el talento de tantos genios latentes.
Para mí diseñó en metal una cruz esenia consistente en una
cruz blanca con una estrella de David azul superpuesta y
entendió perfectamente que, como esenia, prefiero el
sencillo metal al oro y a la plata. Aquí la tengo y
orgullosa la exhibo, por su profundo significado.
¡Pero no todo fue idílico en las relaciones de esta
escribidora, de El Pueblo de Ceuta y de la revista ‘Ceuta
Siglo XXI’ con Carlos Chocrón! Entre ambos fraguamos la idea
de los reportajes de “Joyas con arte, arte con joyas” que
espero que reproduzcan en su memoria, porque fue el factótum
del proyecto, el resto actuábamos de comparsas, es decir
Jacob Hachuel ponía los cuadros pintados por mi esposo Erik
el Belga que representaban “el arte”, yo ponía el teclado
mágico de mi ordenador del palomar de la redacción que
estaba mirando al mar, Angel Muñoz mandaba al también
artista Fidel Raso o a Patricia Gardeu. Y Chocrón mandaba,
disponía y dirigía sin admitir que le discutiéramos. Para
cada obra de arte pictórico elegía obras de arte de joyería
y cuando se trató de flores las empapó de diamantes Pero ¿y
cuando Hachuel apareció con un cuadro del profeta Jeremías?.
Complicado.
El Chocrón imaginativo se empeñó en una alegoría del tiempo
y de la sabiduría de los profetas y se empeñó en que “había
que encontrar un reloj de arena”. Así que removió Roma con
Santiago porque “nadie” parecía tener un reloj de arena, ni
tampoco una pluma antigua y un tintero, y sin reloj, pluma
antigua y tintero se negaba a hacer el montaje decorativo.
¿Tenía paciencia el Santo Job? ¿Era y es el maestro Chocrón
perfeccionista y meticuloso?. Al final se consiguió, pero
nos hizo sudar la gota gorda, como siempre, por mucho que
después nos ofreciera uno de sus perfumados cafés, nos
regalara la fragancia Chocrón, esa que siempre asociaré a
Ceuta, a las elecciones, al viento de levante, a las
gaviotas, al maravilloso despliegue de nubes que conforma el
museo de nubes ceutí y que terminará siendo BIC, a la
biblioteca Militar de Ceuta con sus espíritus y a ese lapsus
esotérico en el tiempo y en el espacio que significa el
privilegio de haber vivido en una ciudad gobernada por una
Virgen templaria que llegó por los mares portada por sus
monjes guerreros.
Para quienes nada significa la muerte sino un paso al otro
lugar, cualquier despedida parece incoherente, siempre es
“hasta luego” siempre será un “maestro, nos vemos”. Y nos
veremos ante una taza de café en una tarde de invierno en la
joyería Chocrón, o discutiendo porque hacía repetir mil
veces el encuadre de una foto, o fantaseando sobre pérgolas
y mariposas o apenados como en aquel funeral en la sinagoga
por los niñitos muertos en Toulouse. Siempre callada la
secreta admiración ante ese hombre bueno y profundamente
afortunado, una familia maravillosa, querido por todos,
capaz de crear obras de arte divinas y también leales
relaciones humanas con sus amigos.
Ahora un mensaje para el maestro Chocrón allá donde se
encuentre junto a sus sueños: Maestro, amigo, gracias por tu
amistad y por tu ejemplo. Anoche a través de facebook mi
amigo el alcalde de Segorbe, el popular Rafael Calvo Calpe
nos regaló a todos los amigos de Israel una joya, una nana
sefardita de 1.500 que cantaban las madres a sus hijos en la
judería de Segorbe, dice así, “Ven despacio mi lailica / ven
despacio yo te pido/ pa que duerma el catanico/ Yo le canto
cancioncicas/ y el jilguero desde el nido/ ya se queda
calladico/ y él se duerme al instantico/ Lailica que traes
la brisa/ no me apagues la menoráh/ Mi hijico ya duerme
agora/mi hijico ya duerme agora/yo le velo hasta la aurora “
Me gustaría amigo, que se la enseñes a los ángeles de Dios y
que hables también con ellos del parque botánico, con el
jardín de mariposas, la estatua del Principito y la pérgola
de flores. Hasta pronto amigo, haberte conocido y conocerte
ha sido una auténtica pincelada de belleza en mi vida, mis
manos en tus manos, que Dios te bendiga y no te digo que no
nos olvides, porque sé que nunca nos olvidarás. Te queremos.
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