Es como ya, en algún momento
pasado, hemos abierto esta columna, en la que tratábamos
cualquiera de los múltiples asuntos políticos en los que por
aquello del “ y tú más”, no se podían poner de acuerdo el
Gobierno y la oposición.
En este caso “más de lo mismo” y con los mismos o parecidos
protagonistas en cabeza, aunque no en el mismo lugar ya que,
por aquello de las obras, en vez de en el Congreso de los
Diputados la comparecencia de Rajoy fue en el Senado.
Y los argumentos los de siempre, se cambian los nombres, se
modelan algunas circunstancias y todo lo demás “casi” igual.
Comenzó Rajoy con fuerza, el fuego cruzado apuntaba
especialmente hacia el PSOE, a los que recordaba donde
habían estado unos y donde estaban otros, en momentos
complicados, para terminar diciendo que su culpa fue “el
haber confiado” en quien no merecía esa confianza. Todo lo
demás, palabras y más palabras, pero con la seguridad de que
una mayoría absoluta tan aplastante le mantendría donde
estaba, presentando una o una docena de mociones de censura,
además de que le lanzaba el dardo a Rubalcaba de a ver quien
iba a ser el candidato.
Quedaba, pues, muy claro que la estima que le merecía
Rubalcaba, en un caso como ese, era totalmente nula. Así
como suena.
Y tras Rajoy, como no podía ser otro, subió al estrado
Alfredo Pérez Rubalcaba, en plan líder y con el arma
desenfundada, pero a estas alturas ya sabemos donde está su
liderazgo, salvo en unos pocos, muy pocos, de los suyos.
Rubalcaba trató de hermosear el discurso, con palabras que
sonaran, pero casi siempre, vacías de significado, algo a lo
que ya nos tiene acostumbrados el veterano político, en ese
tipo de circunstancias.
Denuncia, denuncia y más denuncia, pero con unas bases que
ya veremos si la Justicia las va a tener en la misma estima,
porque de las denuncias de Rubalcaba, ahora y siempre, hay
que quedarse con la mitad y de esa mitad con la tercera
parte, si acaso.
Al final, eso sí, un frente a frente duro, con acusaciones
desde la oposición, con sentido de “su responsabilidad” el
presidente del Gobierno y con una jornada hablando de las
fechorías enhebradas por un tunante, que en un lado no
consideran que ellos tengan que ver nada en como las ha ido
urdiendo, mientras en las partes contrarias, digo partes
contrarias, lo consideran como uno de los escándalos más
sonados de la democracia.
De todo esto que nos podemos quedar en la “pelotera” yo, sin
embargo, me he quedado con una salva de dudas. ¿Cómo se
gestionan las economías de los partidos políticos, con
dinero negro o transparente?.¿Los amaños que denuncia
Bárcenas son la regla general de los partidos o eso no es lo
normal?-
Y es que ni Rubalcaba, ni otros parlamentarios que subieron
al estrado, en plan acusación, fueron capaces de decir qué
es lo que hacen ellos, así como tampoco han dicho de donde
les llega el dinero que manejan.
Seamos sinceros, cualquier charlatán de feria hubiera
vendido sus productos, aunque falsos, con más credibilidad
que los políticos que subieron al estrado y es que hay tan
poca confianza en cualquiera de ellos que todo lo que
predican huele a mercadillo semanal.
Y puestos a sacar algo positivo de toda esta jornada,
podemos decir que sólo la mayoría absoluta existente ahora
ha podido dar cierta estabilidad en estos momentos, en los
que de otra forma, esto sería un auténtico gallinero
alborotado.
|