Ya han pasado varios días desde la polémica suscitada por
las palabras de un estudioso del Corán en la televisión
pública de Ceuta. Al hilo de lo acontecido surgieron
opiniones de todo tipo, la mayoría de ellas en el mismo
sentido: el respeto a los principios constitucionales y
leyes vigentes debe estar por encima de cualquier
manifestación religiosa. Pero la opinión que me impactó más
(excluyendo la sorprendente nota de prensa del primer
partido de la oposición) fue la de la directora-gerente de
RTVCE, que se escudó en la libertad de expresión para
sacudirse cualquier atisbo de responsabilidad.
Soy muy crítico con RTVCE, porque considero que no cumple
con el papel que le corresponde a una televisión pública.
Estoy de acuerdo y celebro que esta televisión ofrezca una
programación especial en el mes del Ramadán, pero alarma la
falta de imaginación. La ocurrencia es llamativa: pongo un
video con un señor hablando, un día sí y otro también. El
Ramadán, como mes sagrado musulmán, interesa y mucho, pero
desde un punto de vista más amplio que el puramente
religioso. Alrededor del mismo hay todo un acervo cultural
que los ceutíes, todos, debemos conocer.
Después de esta asombrosa y no sé si inusitada dejadez de
funciones, sale tranquilamente la responsable de la
televisión pública y nos cuenta lo de la libertad de
expresión. Dicha libertad tiene los límites que nos marcan
la Constitución y las leyes, límites que el señor Benaisa es
probable que traspasara. No fue una entrevista puntual, sino
manifestaciones repetidas durante varios días sin que nadie
en el ente público se percatara. ¿De verdad que nadie va a
asumir su responsabilidad? Imagino que como ni el Presidente
ni la oposición salían en las imágenes, pensaron que no era
necesario fiscalizar lo que emitían.
En esta historia solo ha habido valientes y cobardes, y en
el segundo bando está la Ciudad Autónoma de Ceuta que,
siguiendo la estrategia Rajoy, ha escondido la cabeza bajo
tierra esperando a que pasara el temporal. Pretende
marcharse de rositas con un tibio e inocuo comunicado, y no
tomar ninguna decisión con respecto a la ineficiente gestión
de RTVCE.
Es urgente un cambio de rumbo de la televisión pública, no
sólo en relación a las personas, sino a los objetivos del
ente. Basta ya de utilizar la cadena como “autobombo” y
construyamos una televisión pública abierta, plural y
participativa. Para hablar de libertad de expresión, primero
hagamos de esta televisión un espacio en donde todos y todas
podamos expresarnos en igualdad de condiciones.
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