No me puedo lo creer, no me lo
puedo creer, no me lo puedo creer que el Interventor
municipal haya cerrado el ‘caso Urbaser’ a su manera.
Dándole vida a un decreto donde reconoce que los pagos de
más a Urbaser, validados por él en su día, no son catorce
millones de euros sino cinco. Algo que solo está al alcance
de cualquier taumaturgo.
Me gustaría preguntarle al Interventor, cosa harto difícil,
porque me consta que éste se pone iracundo cada vez que
mencionan mi nombre, cómo le ha sido posible convertirse en
hacedor de tan grande milagro. Y, desde luego, convendría
que, a la mayor brevedad, nuestro alcalde aprovechara la
taumaturgia del señor Caminero para convertir Ceuta
en un emporio económico.
El milagro obrado por el Interventor de la Ciudad, en el
‘caso Urbaser’, ha dado ya la vuelta al mundo. Lo cual, en
vista de los tiempos que corren, tengo la certeza de que a
nuestro hombre le lloverán las ofertas para que ponga su
hacer milagrero al servicio de asuntos más enrevesados y que
tienen confundida a la opinión pública.
Cuánto agradecería, por ejemplo, Luis Bárcenas y sus
amigos de ayer, que alguien resolviera el pleito que
mantienen por arte de birlibirloque. De manera tan
extraordinaria como se nos dice que ha resuelto el
funcionario municipal el ‘caso Urbaser’.
Eso sí, quien no cree en milagros es José Antonio
Carracao, secretario general de los socialistas de
Ceuta. Éste, nada más enterarse de la portentosa acción del
Interventor, ha puesto el grito en el cielo y ha insinuado
que el demonio se esconde en actuaciones así. Y, a renglón
seguido, ha declarado que lo único que él cree es que el
Gobierno está más que “amortizado” y que no sirve al interés
general y que debería haber “una sublevación social”.
¡Huyyyy… lo que ha dicho el socialista! ¿Habéis visto como
se ha pronunciado hombre tan descreído? ¿Cómo es posible que
ante la grandeza (!) que anida en la resolución tomada por
el Gobierno, en lo concerniente a los pagos de más a la
empresa de la basura por camiones ya amortizados, mediante
la intervención de un hacedor de arreglos maravillosos,
surja un tipo tan proclive a escandalizar y a dudar de la
honorabilidad de nuestro alcalde? Pues que sepa el tal
Carracao que en esta ciudad somos muchos los que estamos
dispuestos a recordarle que el barco sale a las ocho…
Quien así larga ocupa un cargo para el cual no reúne
condiciones pero sí las tiene como mensajero del miedo
perteneciente a los que manejan los caudales públicos. Los
mensajeros del miedo suelen reunirse, cada dos por tres, con
quien hace posible que vivan una vida muelle y deciden
quienes son las personas que pueden ser recuperables y las
que tienen que ser perseguidas por no decir a quien todo lo
puede: “¡A mandar, señor, que para eso estamos, señor…!”.
Los mensajero del miedo, y perdonen que hable de mí, me
visitaron hace dos meses, y me dijeron que yo estaba
apuntado en la libreta de las personas recuperables. Y que
bien haría en ponerme de parte del jefe de la cosa. Dado que
les di coba y los dejé en mal lugar, les faltó tiempo para
reunirse con alguien poderoso del lugar. Y con él estuvieron
cuatro horas departiendo a fin de convencerlo de que había
que procurar meterme en cintura. Y, debido a que en esta
ciudad los silencios sonoros existen, ya me he empapado de
todo. Así que ya le contaré a Carracao de qué va la cosa…
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