El hecho de la ausencia de muestras de apoyo por parte de
algunos políticos a la secretaria de igualdad Sandra López,
es harto preocupante. No hace sino probar que la mujer sigue
siendo objetivada, cosificada y ninguneada en el ámbito de
la política, y que el tema de la igualdad de derechos de la
mujeres sigue sin ser asumido como problema real, sino como
cantera de votos que no hay más remedio que tratar por parte
de algunos partidos políticos. Es indignante el calificativo
de “loca rueda de prensa” con la que Benaisa tilda a la
comparecencia de la secretaria de igualdad del PSOE de Ceuta
y encima contará con una demanda apoyada por Caballas, o el
silencio de los representantes del PP. Me recuerda a cuando
a las mujeres sabias en la Edad Media se las quemaba en la
hoguera por brujas, a cuando Hipatia de Alejandría fue
descuartizada por librepensadora o a periodistas y poetisas
que esperan agónicamente su lapidación en cárceles comidas
por las ratas y las cucarachas. Es muy exagerado el ejemplo,
obviamente, pero a posta evocado para ilustrar hacia adónde
nos pueden conducir cierto tipo de actitudes permisivas y
templadas.
Una muestra de que este asunto está por encima de colores
políticos son las declaraciones que ha realizado la
Viceconsejera de la Mujer del gobierno de Melilla
perteneciente al PP.
Es preocupante que los líderes religiosos con independencia
del credo que sea, realicen afirmaciones del tipo del imán
de Melilla, o del obispo de Córdoba. Y sobre ello se puede
argumentar en contra, tanto desde el punto de vista
teológico como historiográfico. Los libros sagrados han sido
malinterpretados, radicalizados y usados en beneficio de una
voluntad de poder reactiva contra las mujeres. Estamos en el
siglo XXI, quisiera recordarle a todos los que callan y no
en el Medioevo. Pero más preocupante es el silencio de los
líderes políticos que deben salvaguardar de la manera más
celosa y de la forma más unánime los fundamentos de nuestra
constitución española y nuestra democracia, que aprovecho
para recordarles se basa en la igualdad con independencia de
la raza, el género, la religión, condición física , social,
psíquica etc.
Sandra López está loca, por supuesto. Y admiro su locura
desde el más profundo de los respetos por alzar su voz
contra lo intolerable en una ciudad donde la amenaza y el
insulto están a la vuelta de la esquina cuando te pones
enfrente de quien no debes.
Podemos criticar a la clase política, a los rabinos y a los
curas, pero no a ciertas interpretaciones del Islam que
muchos musulmanes ni comparten, y muchos callan porque no
tienen la valentía de Sandra López.
Es urgente en nuestro mundo que la religión salga del
espacio público, de las televisiones, de las escuelas y de
los actos oficiales. La confrontación estará a la vuelta de
la esquina.
El problema de la tibieza de nuestros políticos en su
miserable silencio, o su falta de contundencia en el rechazo
al sometimiento de las mujeres que promulgan las religiones
monoteístas, no responde sino a los réditos electorales, así
como a una falta de cultura democrática, de coraje político
y honradez moral.
La violencia de género hunde sus raíces en la desigualdad y
en el hecho de que ciertas conductas recaigan sobre un
sector exclusivo de la población por el hecho de pertenecer
a un género o a otro. En las afirmaciones de este Imán, no
exclusivas del Islam, se aloja una perversión deleznable: la
instrumentalización de la mujer. Sean conscientes de que no
hay otra cosa más que el control de las mujeres para que no
decidan sobre sí mismas, no decidan sobre sus futuros
laborales y para que no controlen la natalidad, ya que la
aspiración de algunos no es la integración entre culturas
sino la propagación y la dominación de una sola a través del
descontrol demográfico.
Estoy convencida de que la mayoría de los creyentes de todas
las religiones no están de acuerdo con este tipo de
afirmaciones. Pero el miedo es un potente condicionador de
las conciencias, sobre todo de las políticas.
Desde aquí, por ello, reivindico el laicismo como clave para
la convivencia más que nunca, la relegación del hecho
religioso al ámbito privado y la denuncia contra todo lo que
atente contra las libertades que con tanto sufrimiento hemos
conquistado. La enfermedad está en el que mira, no en la que
libremente decide. La depilación de las cejas, los tacones
de aguja y los vaqueros ajustados, que al parecer ya
existían en la época en la que fue escrito el Corán, es lo
de menos. Lo de más, es ver cómo nuestros representantes se
sitúan en actos oficiales al lado de Obispos radicales, o
Imanes afines al salafismo y no contentos con ello destinan
dinero público a subvencionar sus actividades alejadas y
contrarias al respeto por los derechos y las libertades del
ser humano.
*Profesora de Filosofía en el IES Abyla
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