No entiendo de la hosteleria, pero
si entiendo de la atención al cliente, de la atención al
público, y tener ese ojo, esa vista, esa visión y la mirada
atenta, a que no se descuide ningún cliente, y por eso me
viene una frase, que dice cliente contento, venta segura...
Ahora están de moda las terrazas de verano, cada esquina
caballa, cada rincón veraniego y fresquito, se surgen las
terrazas, con los anafes de pinchitos, los camareros dando
bandazos con la bandeja, los niños correteando y los padres,
refrescando el gaznate y comiendo a dos carrillos.
Y el cálculo es por los tres meses de verano, si bien en el
mes de septiembre empiezan a asomar las lluvias y los
vientos, y los colegios a la vuelta de la esquina, se hace
la extrema soledad por las calles de Ceuta.
Desconozco por eso el criterio de organizar las mesas, las
peticiones, los encargos a la plancha, las docenas de
pinchitos, las cervezas con las aceitunas y que todo el
mundo esté atendido...
Hace ya 32 años, dieron las casas del Poligono, la primera
fase y aquello era un solar y un terreno desértico, sólo
estaban las casas entregadas con las mudanzas, las
peticiones al panadero y los niños mirandose unos a otros en
el nuevo barrio.
Pero aquello era un Via Crucis, un calvario y sufrimiento
cuando tocaba ir a por los mandados del mediodia, no había
una tienda , un super ni existian los chinos en el
territorio caballa.
Ahí estaba un servidor, vestido de futbolista con medio
equipo esperando en el portón , a subirme a las Carmelitas,
al Morro, a medio Hadú a hacer las compras, hoy se queja
Joselito Mermoño por cruzar al Covirán... y hasta apareció
una tienda cutre de comestibles, donde estaba Carrilero
cambiando las ruedas.
Aquello era una tienda como las de las cartillas de
racionamiento, oscura, con la mirada de la muerte del
tendero y unas 50 personas esperando a que las atendieran.
Al poco tiempo, algún espabilado con vistas de negocio,
montó el primer supermercado y todos los vecinos contentos,
con los carritos y cestas haciendo sus compras, el de los
comestibles, empezaba a gritar ¡ voy a denunciar , esto no
puede ser ! ...
Pongo estas dos historias, no se puede tener a dos tios como
un trinquete con dos cañas de cerveza y la media docena de
pinchitos, perdida durante 45 minutos, sin olvidarme que
hubo dos parejas que se fueron de la mesa contigua... y poca
vista comercial los dos camareros dando bandazos y no
observar que a las mesas hay que servirlas con lo que sea,
pero así esta el cliente pillado, está picando y está
entretenido.
No vaya a ser que a la terraza le pase como a aquel
comestible del Poligono hace mas de treinta años, que aquí
los clientes son como las olas, o te subes, o te pasan por
encima, o te revuelcan o te llevan la resaca....
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