La polémica surgida por unas
palabras del ‘estudioso’ del Corán, Malik Ibn Benaisa, sobre
la mujer musulmana, ha desatado una serie de controversias
que, partiendo de críticas en el ámbito político, han
derivado en enfrentamientos dialécticos de todo signo.
Coalición Caballas que en un principio polarizó su
posicionamiento a favor de Benaisa, ha sabido templar su
conducta y ayer, su líder, Mohamed Alí, dijo mostrar su
desacuerdo con las palabras de Benaisa y puso como ejemplo a
su propia mujer. Aunque no perdió de vista al Partido
Socialista, de forma equivocada e incomprensible.
En un ámbito tan sensible como éste, bueno es que el cruce
de palabras y acusaciones no deriven a comportamientos que
nada tienen que ver con el respeto y la tolerancia
religiosa, como ha podido intentar algún interesado, ya que
ni desde el PSOE ni desde ningún otro ámbito, se ha
insultado al Islám, ni al Corán ni a los musulmanes. La
discriminación no está en los textos sagrados, sino en su
interpretación patriarcal.
Muy al contrario, solo hemos escuchado voces de tolerancia,
de concordia, de entendimiento, en defensa la dignidad, la
igualdad y la libertad de mujer. Y ese debe ser el camino
para situar las discrepancias en el terreno de la
convivencia y el diálogo. El propio Benaisa, en un buen
gesto al menos, recomendó a sus hermanos musulmanes que no
insultaran a nadie y que mantuvieran la calma, a la puerta
de la mezquita en la que compartió con ellos el rezo. Una
conducta de concordia, de pacifismo, que ha de imperar tras
el cruce de acusaciones sobre un tema, la mujer, a la que
socialmente se le está enalteciendo. Al final, ha de imperar
el respeto al Estado de Derecho y la disposición a
reconsiderar actitudes y comportamientos retrógrados,
mirando siempre al futuro desde un presente en el que se
consolide la sensatez.
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