Los martes los suelo pasar en la
calle. Alternando con conocidos que suelen mostrarse
abiertos a todos los comentarios. Los hay que siguen
hablando de Zapatero como si fuera un demonio.
Mientras que otros se conduelen de los malos tratos que
viene recibiendo Mariano Rajoy por mor de un tipo
como Luis Bárcenas que en el siglo XVI hubiera sido
condenado a galeras.
Luis Bárcenas será lo que sea, pero su pedigrí es de raza
popular. Ha crecido, pues, a la vera de políticos de mucho
fuste. Como Jaime Mayor Oreja, Álvarez Cascos, Javier
Arenas, Federico Trillo, Rodrigo Rato, Alberto Ruiz
Gallardón, Esperanza Aguirre, José María Aznar,
etcétera. Y todos ellos parecen ser que tenían verdadera
devoción por el alpinista onubense.
El alpinista onubense ha puesto a su partido y al Gobierno
de la nación al borde del abismo. Debido a que sabe vida y
milagros de todos los próceres del Partido Popular. Y hasta
puede conocer cuanto mal se ha venido cociendo en las
autonomías. Con lo cual, a medida que se vea perdido, puede
cantar lo indecible.
Lo indecible vengo yo oyendo acerca de cómo en esta ciudad
los poderosos hacen de su capa un sayo. Poderoso es nuestro
alcalde. El cual lo es de una ciudad que se lleva la palma
en deuda por la que tiene que responder cada habitante:
3.208 euros.
En total, la administración ceutí adeuda al menos 269
millones de euros. Con todo, la ciudad tiene datos mejores
en otros indicadores, con la morosidad media con el pago de
facturas (75 días) o una deuda certificada en el plan de
proveedores de 79 millones de euros. Los regidores ceutíes
defienden que las características de la ciudad autónoma son
particulares por su idiosincrasia política. Tales datos los
he recogido en eldiario.es
Ante un panorama tan desolador, en la calle, sin embargo, se
sigue comentando que Juan Vivas es el tuerto en el
país de los ciegos. Que más vale lo malo conocido que lo
bueno por conocer. Y parece ser que a la los ceutíes les
aterra que ante la decepción de Vivas no haya más opción que
Juan Luis Aróstegui.
La posibilidad de que el líder de Caballas pudiera
convertirse en alcalde de Ceuta sienta peor que comerse una
sentada de higos chumbos a las dos de la mañana. Causa un
rechazo incuestionable. Hay una especie de fobia contra él
que yo no entiendo. A pesar de que no sea santo de mi
devoción. Aunque bien harían los populares en no perderlo de
vista. Debido a que nuestro alcalde va perdiendo prestigio
político a pasos agigantados.
Nuestro alcalde anda con el oremus perdido. Desde hace mucho
tiempo. Tal vez como consecuencia de los muchos años que
lleva sentado en una poltrona que ha terminado por
convertirlo en una autoridad irascible. De carácter
variable, atrabiliario y tonante. Y bien haría en hacer
examen de conciencia y volver a la senda de la normalidad.
Pues de sobra es conocido lo mucho que le gusta actuar
mediante la máxima de dividir es vencer.
En suma, en la calle, al menos la que uno transita, cada vez
son más los que hablan mal de nuestro alcalde. Y muchos
otros son los que dicen haber perdido la fe en él. Y además
son capaces de argumentar los motivos que tienen para airear
su desconfianza. Y, desde luego, se acaba reconociendo que
un político no debe estar más de ocho años gobernando. Que a
partir de ahí ya no está capacitado para nada. Del posible
sucesor de nuestro alcalde se habla ya. Pero si a mí se me
ocurriera nombrarlo, créanme, el aspirante sería
defenestrado al día siguiente.
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