Hoy comenzaré mi artículo de
opinión con una frase que escenifica perfectamente la
situación política que atraviesa nuestro país desde que la
ciudadanía decidiera de forma mayoritaria expulsar del
Gobierno de España al partido socialista de José Luis
Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba “La máquina de
corrupción partidista y de financiación ilegal más
espectacular de la democracia exige que Rajoy se vaya”, pero
sin embargo abandonan sin justificación alguna la Comisión
que estudia una propuesta de Ley cuya intención es atajar
las prácticas irregulares en la actividad política. La
primera iniciativa de estas características de nuestra
historia democrática.
Recordemos los casos Flick, Fondos Reservados, Filesa, AVE,
SEAT, Juan Guerra, Urralburu, Expo 92, Roldán, Paesa,
Palomino, GAL, Coso, Zarrafaya o EREs falsos. Una lista
interminable de casos judicializados caracterizados por
delitos tipificados en nuestro Código Penal protagonizados
por destacados miembros del socialismo español. Entendiendo
corrupción como la acción o inacción de una o varias
personas reales que manipulan los medios públicos en
beneficio propio y/o ajeno, tergiversando los fines del
mismo en perjuicio del conjunto de una ciudadanía a la que
debían servir y beneficiar.
Tras años de oscurantismo, una formación política lidera un
proyecto de Ley cuya intención es dar transparencia a una
actividad política, que acumula más de 250 casos de
corrupción entre las formaciones progresistas que
abandonaron irresponsablemente la comisión que la estudia.
Sin ninguna duda, España tiene ahora un futuro cierto. Las
medidas adoptadas en los dos últimos años han consolidado un
Estado del Bienestar, que se encontraba en cuidados
intensivos como consecuencia directa de la insolvencia
financiera del país, propiciada por la ineptitud de un
socialismo español, que exige recoger nuevamente las
riendas. Tras años de ineficacia, hoy tenemos presente y
futuro.
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