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OPINIÓN - LUNES, 22 DE JULIO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Realidad de la pretemporada futbolística
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La llegada de Carlo Ancelotti al Madrid, al margen de lo que significa ser entrenador de uno de los más grandes equipos del mundo, servirá para que los periodistas se pasen toda la temporada comparándolo con José Mourinho. A quien no olvidan sus más acérrimos enemigos. Siendo Alfredo Relaño, director del Diario As, adalid de esa persecución tan sañuda como insistente.

Las comparaciones, siempre tan odiosas como fuera de lugar, irán en consonancia con los resultados y las alineaciones. Si el Madrid gana, convence su juego y además son titulares los futbolistas que gozan del respaldo de los plumíferos madrileños de relumbrón, el técnico italiano será elevado a los altares mientras el portugués seguirá sufriendo críticas acerbas y ataques indecibles.

Si sucede lo contrario, lo cual no deseo por ser madridista fetén, serán los aficionados quienes pongan el grito en el cielo contra el palco donde dicen que se cuecen los negocios de la basura. De modo que, ocurra lo que ocurra, siempre saldrá ganando el director del Diario As y sus acólitos.

La situación está planteada así. Y no tengo la menor duda de que Ancelotti, experto ya en mil batallas futbolísticas, sabe dónde se ha metido y en el momento en el cual lo ha hecho. A su favor tiene que casi todos los medios, salvo pocas excepciones, siguen detestando al entrenador del Chelsea. Y también que la temporada pasada los títulos brillaron por su ausencia en el Madrid.

No obstante, mucho habrá de cuidarse Ancelotti de adentrarse por el camino fácil; es decir, el que conduce a ganarse la amistad de todos los periodistas que están conchabados, desde hace ya mucho tiempo, con los futbolistas que han venido imponiendo sus criterios en el vestuario. Decisión que podría acabar como el rosario de la aurora. Ya que sería visto como una provocación por cuantos fueron afines a Mourinho.

Ancelotti tiene ganada fama de tener buen saque. Vamos, que le gusta comer con desatino y, por tanto, a ver quién es el guapo que le aconseja que no sería conveniente que se dejara ver a menudo por los dos o tres restaurantes de reconocida clientela merengue y que Mourinho, con buen criterio, apenas los frecuentó. Ya que son guaridas de periodistas ávidos de contar chismes, de recomendar alineaciones y de papear de bóbilis.

De Ancelotti me ha gustado sobremanera lo que ha dicho acerca de los primeros días de entrenamiento: “Han sido como los primeros días de escuela, todo los alumnos atentos y concentrados. Luego, cambiará todo. El ambiente actual, eso sí, es bueno”.

Lo reseñado por el entrenador del Madrid es verdad incuestionable y conocida por todos entrenadores. Los primeros días de la pretemporada hasta los jugadores con peor carácter dan la impresión de ser afables y educados hasta extremos insospechados. Da gusto tratar con ellos. Parecen que no han cometido jamás una falta. De modo que, a pesar del cansancio causado por la carga de trabajo, todos ríen como si fueran niños divirtiéndose en el patio de una guardería repleta de aparatos atractivos. Amén de evidenciar un deseo enorme de participación. Máxime si el entrenador y sus ayudantes están recién llegados.

Ningún técnico que se precie debería fiarse de semejante actitud. Pues en cuanto comienza a vislumbrarse el once titular muchos de los componentes de la plantilla cambian radicalmente de forma de ser. Y los hay que son capaces de pactar incluso con el demonio para desprestigiar al entrenador. Axioma.
 

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