El Gobierno de la nación ha dado
un importante respaldo a las singularidades de Ceuta con la
aportación de 4 millones de euros para la producción de agua
desalada en nuestra ciudad y así asegurar el consumo de los
ciudadanos. Un hecho que ayer fue puesto en valor por el
portavoz del Ejecutivo de Juan Vivas, Emilio Carreira y que
supone un punto de inflexión, por cuanto en la etapa de
Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, esta subvención
tan importante no se produjo y su coste, aún sufragrándolo
el Ejecutivo de Vivas, suponía un montante económico
considerable.
Ahora, la Secretaría de Estado de Administraciones Públicas
afronta una factura importante y decisiva para el consumidor
ceutí, ya que de no ser así, podrían verse afectados algunos
sectores básicos. Por ello, calificó Emilio Carreira la
decisión de “reponer un asunto de justicia geográfica,
social y política”. Gestos de esta naturaleza son los que
conforman confianza en el ciudadano para las políticas de
calado social. No se entendería una subida, como dijo
Carreira, del 40% en el recibo del agua, por la pasividad o
insensibilidad de un Gobierno de la nación en este asunto.
Hay que valorar lo que bien merece elogios, porque afecta a
nuestra vida diaria en un consumo tan básico como el agua.
Una cuestión prioritaria, tal vez, de las que más, que
requería una actuación contundente, decidida y eficaz de
esta naturaleza. Así se gobierna atendiendo el interés
general y así se actúa: con hechos y no con palabras. Y es
que Ceuta, tan necesitada de comprensión y apoyos, en este
caso, ha encontrado un exponente válido para sentir una
decisión fundamental. El agua, tradicionalmente, ha sido en
Ceuta un déficit estructural. Ahora ya lo es menos. Falta
hacía.
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